Hace poco tomé nota de una frase, que no precisaba al autor, de gran actualidad para la realidad que enfrenta nuestro país respecto de la educación en su contexto global. Decía “para mejorar la calidad de las cosas que hace el hombre, primero hay que mejorar la calidad del hombre que hace las cosas”.
Para el Perú, por la dimensión del problema, esto implica hacer una reforma integral del sistema educativo como política de Estado, pues como dice Stephan Covey “si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo”. Lo que afirma Covey no solo se confirma, una vez más, con los resultados ampliamente difundidos de la Prueba de Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2012, en la cual ocupamos el puesto 65 de 65 países en las 3 categorías: comprensión lectora, ciencias y matemáticas, sino también al conocer otros indicadores donde precisamente por lo anterior quedamos rezagados, es el caso del Foro Económico Mundial (WEF) que nos ubica en el 2013 en el puesto 75 de 122 países en el Índice de Capital Humano y del Índice de Talento del 2011 que mide la prestigiosa revista The Economist con el puesto 47 de 60. La calidad del capital humano y la capacidad de innovación que conlleva (+ infraestructura) son claves para incrementar productividad, factor vital para pretender crecer de manera alta y sostenida.
Entonces, es claro que se torna prioritario revertir esta situación, la pregunta es ¿qué hacer? Lo dijimos líneas atrás, una reforma integral. Ella debe precisar los aspectos centrales (3) que corresponde enfrentar de manera simultánea pues no solo son relevantes en sí mismos sino que el éxito descansa en la visión y acción de conjunto; nos referimos al factor humano, al físico y a la gestión. Empecemos con este último, pues hay un problema serio de gestión tanto en el organismo rector, el ministerio, como en los propios colegios. Es urgente modernizar y simplificar los sistemas, procesos y toma de decisiones y clarificar lo pertinente a las autonomías entre los diferentes actores del sector educativo, para garantizar eficiencia (optimizar recursos) y eficacia (lograr resultados).
Respecto al factor humano, el maestro, se torna vital para el éxito pues es el que imparte la enseñanza. Dos factores son críticos para su formación, que asegure calidad: la preparación académica (materias) y la habilidad y método pedagógico (enseñar). En consecuencia, los centros académicos (universidades) y los programas de capacitación y evaluación periódica de los maestros (carrera magisterial) deben tener ambos presentes. En cuanto al factor físico, hay que cerrar la brecha de infraestructura que comprende tanto la construcción de nuevos locales como la reparación y oportuno mantenimiento pues muchos están en condiciones deplorables. Vinculado a esto está lo referente a equipamiento y mobiliario, donde igual se presentan situaciones chocantes por el atraso y deterioro; en pleno siglo XXI, en la era de la TIC, los alumnos en general no pueden estar al margen del adelanto tecnológico.
No deseo cerrar esta columna sin mencionar dos actores adicionales, los padres de familia y los propios alumnos. En el primer caso, de manera individual y mejor aún como asociación, deben involucrarse, preocuparse de la evolución y perspectivas de la enseñanza de sus hijos. En cuanto a los alumnos, es indispensable asegurar que tienen adecuada nutrición y salud, que no tengan dificultades para atender y procesar los conocimientos recibidos.