El presidente Huma-la ha cambiado su perspectiva histórica del país, y ha dejado atrás una serie de afirmaciones que hacía, o por lo menos compartía, hasta hace poco: El Perú no puede seguir creciendo en base a la exportación de productos primarios. Si los precios de los minerales bajan, los conflictos sociales, disminuyen. El auge de la minería es pasajero, es una actividad que solo trae beneficios a las zonas que rodean las minas. La minería en el Perú es un enclave, un diamante incrustado en medio de un país pobre.
En su discurso, clausurando el último Perumin, en cambio, el presidente respaldó y reconoció los beneficios que ofrece la minería: “Señoras y señores, esto no es un auge cualquiera, esto forma parte de un cambio cualitativo del país, que sienta una de sus bases en la producción minera. La minería no es una actividad de corta duración, es una actividad compleja y planificada, transversal, que genera demanda y que anima de este modo la productividad de otros sectores”, dijo. Y no solo eso, también dejó atrás su permanente crítica a todo lo realizado por los gobiernos que lo precedieron; y hasta su admiración por Juan Velasco. En su discurso reconoció que el crecimiento del país empezó en los años 50 con el crecimiento de la minería y de la gran agricultura, y que el estancamiento se produjo en los dolorosos años 70.
Fue generoso, aun, con el gobierno que lo antecedió: “Hoy por hoy seguimos liderando el crecimiento regional, aún a pesar de las turbulencias de la economía global, habiendo sorteado con éxito la crisis financiera internacional del 2009, 2008, la mayor en los últimos 80 años”. Y reconoció que eso fue posible gracias a la fuerza de la minería y de los otros sectores de la producción que se benefician de ella.
Pero lo que en realidad nos dijo Ollanta Humala el último viernes, desde Arequipa, es que su visión ha cambiado y que ahora sí es capaz de proponer-nos, por primera vez desde que asumió la conducción del país, un trascendental plan de desarrollo. Comenzó dibujando los ejes del desarrollo geográfico del país para luego sustentar, la construcción de vías férreas, carreteras, puertos, hidroeléctricas, el gasoducto; y todo en función de los yacimientos mineros del presente y del futuro. En base a la gran inversión minera, Humala trazó un mapa de desarrollo para el norte, el centro y el sur del Perú. Por primera vez desde que asumió su mandato, el presi-dente no hablaba de una obra o de un programa de inclusión, por primera vez hablaba con sustento económico e histórico, y con planes concretos, de grandes políticas de Estado.
Por fin un plan orgánico en relación al futuro de nuestro desarrollo, un plan que hace coherente la gran inversión en infraestructura que nuestro país necesita. Naturalmente su propio análisis lo llevó a desarrollar un concepto: tenemos que apoyar la minería porque esa es la forma de crecer.
Que su discurso no sea un gesto; que se transforme en realidad, y que todo el aparato del Estado, incluidos los ministros, y los empresarios, se sientan respaldados en sus palabras.
Publicado por El Comercio, 25 de setiembre del 2013