El Perumin 2013 se estrenó con seis padrinos. A la convención bianual acudieron esta vez seis ministros de Estado ¿El gobierno busca mitigar así su ausencia, casi total, en el Perumin de hace dos años? No lo sé. Lo que importa es que en la inauguración el primer ministro mostró gran entusiasmo por la actividad minera en el país, y el ministro de Energía y Minas se refirió expresamente a Tía María, Conga y la ampliación de Toquepala. Todos grandes proyectos ahora paralizados.
Las expresiones desde el Ejecutivo deben dejarnos entender el ánimo o, más bien, los vientos que soplan en Palacio. Si bien dan cuenta del desgaste político de los grupos antimineros, del pulso de una mayoritaria opinión pública que ya relaciona bienestar local con canon y minería, también evidencian la más cruda y descarnada realidad; aquella que le está enseñando al presidente Humala a gobernar.
Si en el mundo bajaron los precios de los metales y nosotros no habíamos incrementado nuestra producción, está claro que no se podrá mantener el mismo gasto social. Si no tenemos una nueva producción en ciernes, poco nos sirve que el cobre recupere sus estándares. Los precios pueden recuperarse pero nosotros no tendremos qué vender. La esperanza en un sorprendente incremento en los precios de los metales ya no nos ayuda demasiado.
Dejamos pasar la mejor oportunidad y fue la debilidad del gobierno frente a los antimineros la que impidió que el presidente cumpliera con su responsabilidad de impulsar la producción y asegurar el ritmo de crecimiento con el que el país venía avanzando.
Aquello de la diversificación como alternativa para acabar con las actividades extractivas no fue otra cosa que una coartada. La diversificación no se logra de la noche a la mañana.
Así las cosas, lo que los empresarios mineros deberían hacer en este Perumin de vacas no tan gordas es demostrar que ellos también han aprendido, que en medio de este evento, exitoso y congregante, le pedirán al gobierno que se comprometa públicamente a respaldar los proyectos postergados y a impulsar los venideros. Le dirán que ellos han sacado adelante las minas en los peores momentos y que ahora le toca al presidente hacer que se cumplan las leyes y que los contratos se ejecuten.
El Perú necesita ser un orgulloso país minero; necesita un gobierno comprometido con ese desarrollo, una sociedad informada y consciente de sus deberes y sus derechos, y un sector empresarial capaz de defender sus fueros. Los empresarios mineros en el Perú no hablan en voz alta, pareciera que se han dejado ganar por la mala propaganda que les hacen los ambientalistas de izquierda; pareciera que no son conscientes de que en realidad han sido y tendrán que seguir siendo los pioneros, los que saquen adelante la industria más rentable y prometedora del país.
Los empresarios mineros no saben hacer política a favor de su actividad, pero deberían aprender a defenderla, a sentirse orgullosos de su capacidad de gestión, de haber ofrecido a tantos peruanos diversos empleos.
Publicado en El Comercio, 18 de setiembre de 2013