Adolescentes y jóvenes
Carmen Masìas Claux
Directora Ejecutiva De Cedro
Para Lampadia
Faltando poco para celebrar “el día de la juventud” escuché a un conocido economista decir: “los jóvenes están perdidos. Nada les importa.”. Y me quedé perpleja, más bien triste ante una apreciación que en mi concepto, dista mucho de ser real.
En el Perú hay ocho millones de adolescentes y jóvenes entre los 10 y los 24 años de edad. Y 1 de cada 10 son pobres. (INEI). ¿Construyeron ellos esta situación de precariedad? Obviamente no.
92 de cada 100 jóvenes trabajan sumando la PEA más de cinco millones.
Y de cien jóvenes hay 18 que no estudian ni trabajan. Son los llamados vulgarmente “NINIS” y seguramente los de mayor vulnerabilidad.
15 de cada 100 adolescentes ya son madres o estuvieron embarazadas. No son acaso, en gran parte, ¿Víctimas de la cucufatería que impide una educación sexual humanista y práctica que llegue a todas las escuelas del país? ¿No es la falta de oportunidades en los lugares más pobres del Perú lo que causa por ejemplo que en la selva una de cuatro adolescentes sea madre? ¿No es una de las causas el que al iniciar su vida sexual temprano un adolescente sea hombre o mujer no pueda solicitar autónomamente una consulta en un establecimiento del estado y buscar consejería para tener relaciones protegidas?
¿No son mayoritariamente jóvenes aquellas 116 mujeres que a setiembre del año que va, fueron eliminadas por sus parejas? ¿Y qué decir de las casi seis mil denuncias por violaciones perpetuadas en el 2018, en gran número por personas mayores y cercanas a adolescentes indefensos?
La iniciación en la ingesta de alcohol es cada vez a edades más tempranas. ¿No es el sistema consumista, el afán desmedido de lucro y el ejemplo familiar y social “el que inspira “este uso indebido?
¿Creer?, los jóvenes sí creen. Siguen, a pesar de todo, confiando en la solidaridad, en el esfuerzo, en incluso “la suerte” de conseguir “una chamba digna” que en algún momento los premie por su constancia y les ayude a pagar sus estudios o simplemente mejorar sus vidas. ¿Nada les importa?: claro que sí. Muchos incluso con discapacidades mantienen a sus familias y lo hacen con alegría. Miles de jóvenes participan en acciones de voluntariado ya sea directamente o a través de sus escuelas, sus parroquias y otras organizaciones. Muchos han querido genuinamente formar parte de un partido político desencantándose, por la falta de inclusión de renovación de cuadros y de transparencia.
En lo que no creen los adolescentes y jóvenes es en las instituciones y en las personas corruptas, indiferentes al dolor ajeno, en “las burbujas” donde se refugian los que no quieren ver lo que les incomoda.
La juventud está dispuesta a apoyar, a comprometerse cuando quien se lo pide, es consecuente con lo que predica. Cuando encuentra espacios de auténtica inclusión.
Somos los adultos los que en un esfuerzo que vale la pena hacer debemos sintonizar con los adolescentes y jóvenes, interesándonos por sus expectativas y sus emociones sabiendo que hay la obligación de apoyarlos para que esos cerebros, aún en construcción, funcionen cada vez mejor y no pierdan la esperanza concreta de que el mundo puede ser mejor. Lampadia