Carlos Prieto Balbuena, gerente de Estudios Económicos del BCP
Gestión, 21 de noviembre del 2024
“Un próximo gobierno (Ejecutivo y Congreso) estable, que no reste iniciativa al sector privado y que mantenga las anclas de estabilidad podría bastar para conseguirlo”, afirma Carlos Prieto, del BCP.
El Perú entre 2004-2013 creció 6.4% en promedio por año, o 2.5 puntos porcentuales por encima del crecimiento del mundo y también de América Latina. En contraste, entre 2017-2024, el país creció apenas 1.9% en promedio por año, o 1.2 puntos por debajo del mundo y 0.5 puntos menos que América Latina. Sin duda la inestabilidad política y la degradación institucional nos pasaron factura.
Hay buenos motivos para ser optimistas en el mediano plazo. Como señalé en una columna previa: siempre y cuando el Perú mantenga sus anclas de estabilidad (baja inflación, prudencia fiscal, capítulo económico de la Constitución), hay tres grandes tendencias que pueden impulsar su desarrollo en la próxima década: i) el cobre y proyectos de inversión por más de US$ 20 mil millones, ii) el puerto de Chancay y lo que puede gatillar si se logra atraer empresas regionales y globales a una zona logística e industrial, y iii) la clase media peruana, que podría pasar a ser la más grande en la región andina (superando a Colombia y Chile) en la próxima década.
Así como hay buenas razones para ser optimista en el mediano plazo, también hay buenas razones para seguir preocupados en el corto plazo. Si bien la perspectiva del Perú es mejor que durante la administración gubernamental previa (en la cual huyeron del país capitales por casi US$21 mil millones que hoy podrían estar generando más inversión y empleo); aún continúa el deterioro en factores críticos. Algunos ejemplos:
• El impacto de la política sobre la economía: Este 2024 cerrará con un rebote de la economía en torno a 3%, lo que implicará un anémico crecimiento promedio 2023-2024 por debajo de 1.5%. Las condiciones estaban dadas para un rebote entre 5% y 6% este año con términos de intercambio en niveles récord, y por el rebote cíclico luego de que en el 2023 la economía peruana sufriera su primera caída en 25 años, excluyendo la pandemia. Los factores domésticos impidieron un rebote más fuerte, es decir las condiciones políticas habrían restado al menos 2 puntos de crecimiento este año. Ojalá el impacto de la política sobre la economía sea menor el 2025.
• Petroperú: Continúa la negación del inmenso costo de oportunidad de los recursos públicos y garantías extendidas a la petrolera estatal. Ojalá el salvataje de la quiebra a Petroperú no comprometa a otras entidades estatales como el Banco de la Nación.
• Incapacidad del Estado para proveer servicios públicos: no se observa punto de inflexión o mejora en la provisión de servicios básicos como salud o educación pública, y más bien se ha acentuado el deterioro en seguridad ciudadana. En los últimos años, la capacidad operativa para implementar políticas públicas en favor de la ciudadanía se ha deteriorado notoriamente en casi todas las esferas.
• Sistema de control e (in)justicia: en algunos casos se ven pesadillas absurdas dignas de la novela de Franz Kafka “El Proceso”. Al no separar la paja del trigo y producto de absurdos kafkianos, el impacto negativo sobre la capacidad de atraer talento al Estado es enorme, lo que seguirá mellando la capacidad para proveer buenas políticas públicas.
En conclusión, si bien el país tiene inmensas oportunidades, también se ha enredado mucho en los últimos años y el próximo gobierno tendrá que desatar numerosos nudos. Incluso suponiendo un buen próximo gobierno, probablemente este sea más uno de reconstrucción, enfocado en empezar a desenredarnos, ordenarnos, revertir el deterioro institucional y volver a construir capacidad operativa para implementar políticas públicas. Difícil pedirle al próximo gobierno que maneje el auto a 180 km por hora si dos llantas del auto están desinfladas y el motor medio fundido. Reparar el auto tomará tiempo, pero definitivamente hay espacio para hacerlo mucho mejor a lo que hemos vivido en los últimos años. Un próximo gobierno (Ejecutivo y Congreso) estable, que no reste iniciativa al sector privado y que mantenga las anclas de estabilidad casi bastaría para que el Perú vuelva a crecer a tasas cercanas al 4% anual, lo cual no sería nada extraordinario sino simplemente retornar a nuestro promedio histórico 1922-2024.