Carlos Prieto Balbuena, Gerente del Área de Estudios Económicos del BCP
Gestión, 17 de enero de 2020
No hay una receta mágica, pero al menos tres ingredientes son claves: acuerdos mínimos, ideas claras y liderazgo
Iniciamos un nuevo año y una nueva década con la expectativa que serán mejores, ¿pero realmente lo serán? El Perú enfrenta el riesgo de crecer este año y toda la década a un ritmo promedio anual de apenas 3% (similar al periodo 2014-2019). Esta es una tasa de crecimiento muy baja para elevar rápidamente los salarios, los cuales en Lima Metropolitana se ubican en promedio alrededor de los S/ 1,800 mensuales (S/ 1,200 a nivel nacional) y permanecen en torno de ese nivel desde los últimos 5 años, coincidiendo con el periodo de bajo crecimiento económico.
Crecer solo 3% esta década sería algo muy mediocre. Hay que tener en cuenta de que una década de bajo crecimiento se traduciría en salarios casi estancados y un incremento de la informalidad. Algo que ya se está empezando a ver y que, tarde o temprano, será fuente de problemas y pedidos de cambio de modelo.
¿Cómo evitar una década de bajo crecimiento? No hay una receta mágica, pero al menos tres ingredientes son claves: acuerdos mínimos, ideas claras y liderazgo.
Acuerdos mínimos
• Mantener el capítulo económico de la Constitución. La mejora de la educación, salud, seguridad, vivienda, salarios, pensiones, no requiere un cambio en el capítulo económico de la Constitución.
• Una mejora en la provisión de servicios públicos no pasa solo por aumentar la planilla pública. Entre 2010 y 2019, el gasto en remuneraciones del Gobierno General pasó de S/ 21 mil millones a S/ 48 mil millones, es decir, un crecimiento de aproximadamente 130%. Un esfuerzo fiscal muy importante, pero que lamentablemente no se ha traducido en una mejora sustancial de la educación, salud o seguridad en el país. Hacer más de lo mismo esta década implicaría obtener el mismo magro resultado.
• Nuestros recursos naturales deberían ser una palanca de desarrollo sostenible, como lo han sido para otros países (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Noruega). El cambio tecnológico puede ser una gran oportunidad (los autos eléctricos demandan más del doble de cobre que un auto convencional), pero también es una amenaza latente (la tecnología desarrolló sustitutos que llevaron a la desaparición de las industrias del guano, salitre, caucho y otras).
• Los sectores agroexportador, turismo, forestal, acuicultura, construcción de infraestructura y vivienda social, metalmecánica y proveedores de minas, entre otros, son los llamados a absorber los millones de personas que hoy laboran en empleos informales de baja productividad y bajos salarios.
• Por último, pero no menos importante, sin duda, necesitamos trabajar arduamente en tener mejores instituciones y formar mejores ciudadanos. Respecto de lo último, tan importante como lograr mejores resultados en el aprendizaje de matemáticas y comprensión lectora, debiera ser la atención que le damos en la escuela pública a la enseñanza de educación cívica, respeto de normas, respeto al prójimo, tolerancia, empatía, inteligencia emocional.
Ideas claras para dar el salto
• Inversión privada: Además del capítulo económico de la Constitución, estabilidad macroeconómica, tratados de libre comercio o un régimen promotor, resulta indispensable muchísimo trabajo microeconómico de hormiga para solucionar innumerables fallas de coordinación privado-público y público-publico. De remover fallas de coordinación y cuellos de botella específicos de cada actividad, dependerá de si los sectores acuícola, forestal, turismo, entre otros, logran dar el gran salto esta década en generación de inversiones, exportaciones y empleos formales.
• Inversión pública: Hay que recuperar el poder contracíclico de esta herramienta de política macroeconómica (cuando más se le necesitaba, la inversión pública cayó y restó puntos de crecimiento casi todos los años entre 2014-2019). Asimismo, la pésima priorización de megainversiones públicas de nulo o dudoso retorno social sigue siendo un gran problema. No podemos cometer los mismos errores esta década.
• Capital humano: El Minedu debería iniciar pronto un programa piloto que financie desde la educación primaria la enseñanza del idioma inglés a través del Instituto Cultural Peruano Norteamericano y el Instituto Británico. Asimismo, debería financiar la instrucción de cursos técnicos en los últimos años de educación secundaria, a través de institutos como Senati, Tecsup, Sencico, etc. El programa piloto se iría extendiendo gradualmente.
• Investigación y adopción de nuevas tecnologías: Una meta concreta a lograr debería ser que las universidades nacionales que reciben fondos del canon (como la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco o la Universidad Nacional de Cajamarca) se asocien para proyectos de investigación con universidades top 50 del mundo. Finalmente, el sector público suele ser el último en adoptar nuevas tecnologías; sin embargo, herramientas como big data e inteligencia artificial pueden ser de gran ayuda en diferentes campos como lucha contra la delincuencia, prevención de feminicidios, combate de la evasión tributaria, atención al público.
Liderazgo
En políticas públicas, a no ser que haya una grave crisis, no hay reformas si no hay líderes que las promuevan, que peleen por ellas, que las implementen y sostengan contra los ataques e intentos de contrarreforma de quienes prefieren mantener el statu quo. Por lo general, abundan los diagnósticos y las buenas ideas, pero faltan líderes dispuestos a dar la pelea en el campo de batalla y no solo desde la tribuna. Crear las condiciones para tener este tipo de líderes trabajando en el sector público es también uno de los grandes retos de esta década.