Carlos Gálvez Pinillos
Para Lampadia
Es muy preocupante el incontrolable crecimiento de los delitos de feminicidio o sus intentos, al igual que el de violencia contra los niños y adolescentes.
Si analizamos la situación y la manera como la sociedad en el Perú se organiza para prevenir, controlar, juzgar y castigar esta ola creciente delictiva, encontraremos fácil respuesta al por qué esto se está volviendo incontenible.
Por supuesto que el análisis sociológico de la “cultura machista”, aceptada y promovida por la sociedad, es el origen de esta lacra social que, debe ser atacada y trabajada. Pero no es menos cierto que esta “cultura” ha sido forjada en la humanidad a lo largo de los siglos y en diferentes etnias, religiones y culturas alrededor del mundo y, consecuentemente, esta ardua tarea que ya se empezó a trabajar en las generaciones más jóvenes, tardará también muchos años, al igual que el combate al racismo u otros problemas sociales.
Entretanto, algo tenemos que hacer y la sociedad no se debe quedar inerme ante el problema limitándose a la queja, marchas de protesta o reporte encendido de las noticias de cada vez mayores eventos de violencia contra la mujer, el niño y el adolescente.
En esta línea me gustaría hacer algunas propuestas que, en mi concepto, permitirían frenar esta creciente lacra.
En primer lugar, siempre se indica que, la comisaría que es la primera línea de contacto de esta población vulnerable, no está debidamente sensibilizada ante estos problemas y que su personal, proveniente también de una formación “machista”, no acoge como es debido las denuncias, ni les da el tratamiento debido. No sólo eso, sino que en muchos casos las personas violentadas y/o amenazadas se sienten agredidas por el personal policial que no tiene empatía con las denunciantes.
Lo importante en este tema es que, el Perú es uno de los países de Latinoamérica cuya fuerza policial cuenta con la mayor proporción de personal femenino en sus filas. Dicho esto, no deja de llamar la atención que la gran mayoría del personal femenino está en las calles y en su gran mayoría dirigiendo el tránsito, aunque lo peor es que apoyando o compitiendo con un semáforo.
Lo más razonable sería que capacitemos al personal femenino para la atención de las comisarías, las que independientemente de brindar un servicio más gentil, también tendrían mucho mayor empatía con mujeres y niños. No sólo eso, sino que, quienes denuncian sentirían mayor confianza en el proceso de indagaciones, comunicarían con mayor facilidad los hechos y podrían facilitar las evaluaciones requeridas.
En segundo lugar, el Ministerio Público debería contar con un grupo femenino y especializado en este tipo de delitos para que conduzcan adecuadamente las investigaciones y tomen las medidas preventivas de protección con la celeridad debida, pues es muy posible que se pongan en el lugar de la víctima.
De igual manera, el Poder Judicial debería contar con Salas conducidas por juezas que atiendan de manera exclusiva los delitos de violencia contra la mujer, el niño y adolescentes. Estoy seguro que la celeridad para emitir y comunicar una medida de protección cautelar de una víctima femenina o infantil de violencia será tal que, difícilmente se tardarán tanto como ocurre hoy en día, al extremo que llegue a la policia cuando la denunciante ya fue asesinada por su agresor previamente denunciado.
Es cómico ver que, mientras por un lado como sociedad nos quejamos de una “cultura machista”, por otro lado no generamos las condiciones que permitan el aprovechamiento debido de nuestra población profesional femenina, dándoles a la vez la oportunidad de desarrollarse adecuadamente en las líneas de su profesión, bien sea como Policia, fiscal o juez.
Finalmente, pero no menos importante, es la adecuación de la aplicación de la ley bajo condiciones de adulto a partir de los 16 años de edad. Debemos tener en cuenta que a esa edad un individuo es capaz de identificar claramente sus obligaciones, responsabilidades y derechos.
Hoy en día hay muchos líderes de bandas juveniles que, se amparan en sus 16 o 17 años para ser cada vez más sanguinarios y violentos, sabiendo claramente que serán tratados como niños y sus asesinatos serán tratados sólo como una falta de conducta infantil y no como un delito de adulto. Esta propuesta es importante para no congestionar los juzgados de menores con delincuentes que actúen con la premeditación, alevosía y ventaja, sabiendo que luego serán tratados como indefensos niños. Lampadia