Por: Carlos Gálvez Pinillos
Para Lampadia
Parece broma, pero todos los años en el Perú nos vemos precisados a hacer una recolección nacional de ropa de abrigo para los pobladores alto andinos expuestos a este evento periódico, tratando de protegerlos de enfermedades bronco-pulmonares, que matan especialmente a niños y ancianos.
Este no es el único país del mundo con lugares sometidos a esas bajas temperaturas, pero si uno de los pocos que no toma medidas preventivas, tales como; mejoramiento de viviendas y colegios, incorporando protección térmica, igualmente adecuación de establos y construcción de invernaderos para poder enfrentar el rigor del clima.
Creo que ya es tiempo que tomemos medidas políticas que permitan enfrentar esta situación. No es posible que, por décadas, estemos recolectando frazaditas y ropa de abrigo, recurriendo a la caridad pública, cuando derrochamos el dinero en mantener burocracias inútiles a nivel distrital (más de mil distritos cuya capacidad de recaudación tributaria no cubre ni sus gastos corrientes). Más aún, tenemos acumulación de fondos no invertidos en depósitos en el Banco de la Nación, provenientes de Canon y Regalías mineras que las autoridades son incapaces de canalizar en esos propósitos.
Tampoco se permite el uso de “obras por impuestos” (OxI), para construcción de viviendas y/o su mejoramiento. Esto resolvería muchos de estos problemas y hubiera resuelto la reconstrucción de lo destruido por el fenómeno del Niño, que a la fecha no avanza y que según el presidente Vizcarra tardaría, a este paso, diez años…
En el Perú necesitamos reducir la cantidad de autoridades políticas y mejorar dramáticamente su calidad, no es posible que la composición del presupuesto del Estado esté tan “cargado” al gasto corriente y tan bajo en su componente de gasto de inversión. Más aún, dentro del concepto de gasto de inversión hay una gran cuenta (entre 15% y 20% de este) denominado “Planificación” que, cuando uno analiza, consiste en un “cajón de sastre”, en el que se oculta mucho más gasto corriente que pasa como si fuera inversión.
Necesitamos ver y analizar con detenimiento la estructura del Estado y la cantidad de servidores públicos contratados, el rol que cumplen y si no es sólo la “acumulación de grasa” que alcanzamos gobierno tras gobierno por inercia. Ya el congresista Pedro Olaechea levantó su voz haciendo notar la forma en que se ha multiplicado el presupuesto nacional y el monto de las planillas. ¿Algo ha mejorado?
Empezando por el Congreso, ¿necesitamos más de 3,000 empleados para darles servicio a 130 representantes? ¿El País requiere 1,900 distritos del tamaño que tienen, con las competencias existentes y con autoridades municipales con las calificaciones profesionales, valores, ética y experiencia que tienen? Yo me quedaría en cuanto a autoridades municipales, solo hasta el nivel Provincial. Tampoco requerimos 25 regiones, tal vez entre 5 y 7 sería un número más que razonable, pero no, todo junto, “regiones”, provincias y distritos, suma más de 2,000 dependencias, la mitad de ellas solo sirven para recibir plata del presupuesto y pagar sueldos a cambio de nada, por decir solo algo neutro…
No sé si 19 ministerios es lo adecuado, creo que perfectamente con 10 o 12 estaríamos en condiciones de enfrentar las tareas gubernamentales. Del mismo modo, una reingeniería del sistema judicial, sus tareas y procesos, nos llevaría a un cambio radical en su tamaño y en la velocidad con que se imparte justicia.
La verdad que, si solo hiciéramos ese ajuste, hasta el sistema de control sería más eficaz y sencillo.
Si la tarea principal del Perú es erradicar la corrupción, tendríamos que empezar por reducir el aparato estatal, identificar claramente a los responsables y evitar que se pasen la pelota unos a otros sin culminar las tareas, ni enfrentar las consecuencias de su falta de cumplimiento.
Señor Presidente de la República, tiene ante usted una oportunidad reclamada y que por lo tanto cuenta con el apoyo popular, para hacer una reforma del Estado que lo haría pasar a la historia como un referente y no únicamente como un administrador más. Asuma el liderazgo de esta tarea convocando a las fuerzas políticas genuinamente comprometidas con el Perú y su futuro, que aspiren a dejar un legado positivo a las siguientes generaciones y que les permita salir de esta sensación de mediocridad. A diferencia del mundial de fútbol, aquí sólo tenemos que competir contra nosotros mismos y asegurarnos de dar lo mejor que tenemos adentro para mejorar nuestros propios récords. Lampadia