Por: Carlos Gallardo
Gerente General del IPE
Perú21, 10 de mayo del 2024
El año 2023 fue bastante complicado con recesión económica, con fenómeno climático, conflictos sociales, a lo que se suma la inflación que recién en 2024 ha vuelto a niveles de los que estamos acostumbrados.
La caída tan importante en la pobreza monetaria en lo que va de este siglo ha estado vinculada al aumento importante en la inversión privada. Del periodo 2004 a 2013 el desembolso privado crecía a doble dígito, a casi 14% anual, y eso vino acompañado de reducción de la pobreza de 4 puntos porcentuales cada año.
Desde 2014 en adelante, el desembolso privado ha crecido tan solo 1% anual, lo cual demuestra cómo se ha ido relentizando la pobreza. Eso nos indica que para poder reducir pobreza y retomar la senda de caída que teníamos antes, necesitamos inversión privada creciendo a doble dígito.
Cuando nos dicen que medidas como el retiro de la AFP y de la CTS van a impactar en ayudar a los más pobres y necesitados, no es tanto así; al contrario, hubiésemos visto unas cifras distintas en los resultados que vemos ahora. Dejamos desprotegida a la población del desempleo y sin pensiones, por eso que lo que va a generar un real impacto es el crecimiento del PBI, de la inversión privada que lleva a más empleo y permite mayores ingresos.
El deterioro de un entorno adecuado para fomentar inversiones viene de 2016 con una crisis política que significó la cantidad de presidentes y congresos que hemos tenido desde entonces, agravada por la pandemia. Toda esa situación se tornó peor con el deterioro de la institucionalidad y equipos detrás del expresidente Pedro Castillo, que dinamitó el aparato estatal.
Las acciones del Congreso tampoco ayudan a la reactivación de la economía y las medidas necesarias para retomar sendas de caída de la pobreza hacia el futuro.