Uno de los principales motivos por los cuales se menciona que existe la informalidad laboral es la presencia de costos extrasalariales, que terminan encareciendo la contratación a través de la vía formal. Se estima que en el Perú estos son equivalentes a 70% de la remuneración mensual de una persona, mientras que en países como Chile estos costos son del 30%. Este diferencial tiene diversos efectos. El principal de ellos es que en Chile más del 80 % de los trabajadores tiene un contrato laboral, acceso a un sistema de pensiones y seguro de salud. En el Perú, la cobertura en dichos rubros está entre 30% y 40%.
Estas cifras nos revelan que estos costos extrasalariales generan una exclusión de una gran proporción de trabajadores de los beneficios extrasalariales. Esto genera lo que se denomina informalidad laboral. Esto tiene serias implicancias para la economía, dado que son personas que están expuestas a contingencias en las cuales el Estado tiene que cargar con el costo si sufren una enfermedad o accidente. En otros casos, estos eventos tienen un serio impacto sobre sus finanzas, afectando el poco ahorro que tuvieran. Por otro lado, es conocido que la presencia importante del sector informal genera niveles bajos de productividad.
Las razones para la aparición del sector informal son muy variadas, pero podemos citar dos que, a nuestro entender, son las más consistentes. Una de ellas es la presencia de costos importantes de la formalidad que se evidencian en un nivel alto de tributación de las empresas formales, regulaciones excesivas y costos laborales fuertes. Ante esto, muchas empresas optan por salirse del radar y operar de manera casi clandestina. Es una decisión costo beneficio. Pero al lado de este conjunto de agentes económicos también existen muchas personas que, estando en la pobreza, no les queda otra alternativa que salir a ganarse el sustento a las calles y se convierten en vendedores callejeros o aprenden un oficio sobre la marcha para generar algún ingreso. Esta última razón está vinculada más a la pobreza, mientras que la primera razón está vinculada más a una racionalidad empresarial. Ambas coexisten y en algunos casos se refuerzan.
Con el crecimiento económico, probablemente, la última razón ha disminuido y tenemos que en Lima metropolitana el empleo formal crece a tasas vigorosas pero subsisten las regulaciones excesivas y cargas tributarias y laborales elevadas en términos relativos. Esto desincentiva la operación en el sector formal de la economía. Por ello, es importante pensar en los cambios que deben introducirse de manera paulatina con el ? n de reducir los beneficios de la informalidad. El tema es muy controversial porque una tentación es reducir los costos –especialmente los laborales– de manera excesiva y terminar desprotegiendo a los trabajadores. La tarea no es fácil, pero en este aspecto el Estado debe tomar el liderazgo de iniciativas que busquen conciliar intereses entre trabajadores y empresarios. El objetivo principal debe ser la mejora de la competitividad de nuestra economía y ello requiere de empresas con un entorno propicio para seguir creciendo, pero también se requiere que los trabajadores se beneficien de estos incrementos de productividad y tengan acceso a sistemas adecuados de salud y pensiones. Este equilibrio es difícil de lograr en la práctica, pero es una condición necesaria para asegurar el crecimiento en los siguientes años.