Hace dos semanas se organizó el Perú Day en el PDAC (Prospectors and Developers Association of Canada) en la ciudad de Toronto, el cual es uno de los eventos más importantes de minería a nivel mundial. Tuve el honor de ser invitado a una mesa de expertos para analizar el entorno para las inversiones mineras en el país. Lo primero que me sorprendió fue ver el lleno total del salón donde se llevó a cabo el evento y a gente de pie interesada por conocer el futuro de la minería en el Perú.
De lo discutido me quedaron claras varias ideas fuerza que quiero compartir. La primera de ellas es que existe aún interés por invertir en el país. Obviamente, los problemas de conflictividad y la incertidumbre por el cambio electoral del próximo año influyen, pero no son determinantes. El Perú tiene dos fortalezas importantes como el potencial minero debido a la diversidad y calidad de nuestros yacimientos y, por otro lado, el sano entorno macroeconómico del que gozamos ya casi veinte años. Estas ventajas son importantes y debemos aprovecharlas.
Por otro lado, cuando se compara el caso peruano a nivel mundial parece no haber nada singular. La caída de precios afecta a todos por igual. La reducción de la recaudación por las menores utilidades de las empresas mineras es similar en todo el mundo y también el aumento de la conflictividad debido a los menores recursos que reciben las zonas impactadas por la minería.
Algo que sí queda claro es que el Estado tiene que modernizarse para estar a la altura de las circunstancias y favorecer la inversión minera sin dejar de contar con los controles necesarios para evitar exceso. Ese difícil equilibrio entre promotor y gendarme de ciertos equilibrios ambientales y socioeconómicos es difícil de lograr y para ello se necesita un Estado moderno y ágil.
El tema de la llamada “tramitología” también es importante, pero no es determinante. Una recomendación sana para las empresas es que tengan un planeamiento adecuado para la inversión, lo que implica hacer un trabajo previo a conciencia de las pasos a seguir de manera ordenada para poder desarrollar un proyecto y no presionar al Estado cuando el proceso ha avanzado unilateralmente y se encuentra con los escollos que todos conocemos. El principio “donde fueres, haz lo que vieres” es algo que nunca debe olvidarse. Los procesos pueden ser largos, engorrosos y seguro que irán mejorando, pero deben incorporarse en la estrategias de desarrollo de las empresas mineras y no tomar acciones unilaterales que pueden interpretarse como prepotencia y que ocasionan sentimientos negativos. Obviamente, los procesos pueden mejorarse, pero ello puede tomar tiempo.
El tema de las relaciones con las comunidades impactadas es clave y aquí sí hay espacio para innovar y lograr una aproximación que construya vínculos confiables con la población a fin de evitar costos innecesarios más adelante. Esto es un tema que no es ajeno en los demás países con un sector minero importante. Son las nuevas condiciones y a ello debemos adaptarnos. De hecho existen empresas que han tomado esto en cuenta y han logrado concretar proyectos como fue ilustrado con una experiencia exitosa en nuestro país.
La minería genera divisas, producción, empleos e impuestos. No podemos ir contra la corriente y nadie en su sano juicio puede pretender acabar con ella porque es la base sobre la cual se puede diversificar el país de manera sana y generar más oportunidades para la población. Existen costos, eso es seguro, pero debemos fomentar la buena minería.