Bruno Merino Canales
Estudiante de Relaciones Internacionales de 21 años
Para Lampadia
Fue hace menos de una semana que esta guerra fría en la política peruana que data de hace cien días y poco mas tomó un giro que podría calentar de sobremanera la situación. Lo que antes consistió en unos cuantos ministros repudiables combinados con la inexperiencia del presidente Castillo se ha tornado en algo mucho mas peligroso para el balance de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Finalizando el proceso de ascensos de las Fuerzas Armadas los comandantes generales del Ejército y la Fuerza Aérea fueron brusca y sorpresivamente removidos sin previo aviso lo que justificadamente levanto sospechas. Esta semana aquellas sospechas fueron confirmadas, el presidente junto a su edecán y el ministro de Defensa habían querido intervenir en el proceso de ascensos para beneficiar a los suyos.
Las consecuencias políticas aún están por verse, mientras se llevan a cabo los procesos correspondientes como que estos hechos sean investigados, pero algo que yo creo que hay que tener claro, lo crucial, es que hay que tomar una acción drástica para evitar mayores vejaciones y abusos contra las Fuerzas Armadas. No bastaría, creo yo, con un cambio de ministro, no, como he dicho antes no seria mas que un cambio de cara, lento pero seguro, entre los bordes de lo legal y un poco más allá este proceso continuaría hasta la obtención del control político de las Fuerzas Armadas. El objetivo vital para el plan futuro del presidente y su partido, como la misma historia de nuestro país lo demuestra, es que cuando la ley escrita queda en entredicho, la ley de las armas entra en vigor.
Miremos nuevamente un ejemplo histórico, ¿cómo resultó para el Imperio Británico creerle más de una vez a Hitler que ya no se embarcaría en nuevas conquistas?, incontables muertos, aquel imperio colapsado y el Reino Unido relegado a la sombra de otras naciones. ¿Acaso actuar de manera drástica en una etapa temprana no hubiera ahorrado tanta tragedia y perjuicio?
Las cartas se encuentran sobre la mesa y es hora ya de jugar, quién sabe, podría ser la última jugada pues caminamos por los bordes del abismo. Lampadia