Berit Knudsen
Para Lampadia
Mientras el ministerio de Economía pronostica un crecimiento del PBI de 3.6%, el Banco Mundial estima sólo un 2.7%;
respecto al precio de los metales, durante el superciclo, la cotización del cobre tuvo valores récord, pero sólo vemos conflictos sociales descontrolados;
en el sector agrario, los campesinos invocaron a Castillo para solucionar el problema de los fertilizantes, simple proceso que luego de siete meses y cuatro licitaciones fallidas, sigue a fojas cero;
el centro arqueológico de Kuelap colapsó y siete meses más tarde el turismo en la zona sigue paralizado;
el sector salud no puede solucionar el problema de escases de medicinas, pero el actual ministro ha sido destituido por ingresos que no puede justificar;
hoy sufrimos el desabastecimiento de combustibles, pero Petroperú recibe un préstamo de 750 millones de dólares; y la interminable lista continúa.
Es ese el escenario en el que se dan los resultados de los estudios de opinión de las empresas encuestadoras mes a mes. No es de extrañar entonces, que los peruanos sientan decepción (39%) y vergüenza (29%). Si sumamos la situación legal de Castillo con siete carpetas de investigación abiertas y denuncias fiscales de toda índole y la situación internacional, sentiremos aún más vergüenza. Peor aún, cuando aparece en un discurso a la Nación televisado, con el rostro desencajado mientras lee una perorata, donde niega lo innegable y defiende lo indefendible. Pero miente, miente, que algo quedará.
En este confuso panorama vemos que, a pesar de los escándalos, la aprobación de 25% y desaprobación de 65% de Pedro Castillo se mantiene, con un crecimiento en el número encuestados que “no saben, no precisan”, lo que resulta sintomático luego de catorce meses de un gobierno que no ha dado tregua. El Perú entero está confundido, no termina de entender cuándo y cómo terminará este desgobierno.
El 65% de la población cree que hay corrupción en el régimen de Castillo y en Lima, donde los encuestados manifiestan estar más informados, el 73% opina que existe corrupción. El 68% considera que existen fundamentos para que el Congreso acuse a Castillo con la denuncia presentada por la Fiscalía de la Nación, pero, el 75% considera que los Congresistas deberían ser revocados. En este escenario, encontrar que un 58% de los encuestados piensa que el Congreso debería buscar la forma de lograr un acuerdo político con el Ejecutivo, resulta muy confuso.
Todo parece indicar que la nueva mesa directiva del Parlamento ha aliviado a la población; dato evidenciado por el decrecimiento de la desaprobación del Congreso que ha pasado de 84% a 78% y el incremento de la aprobación de 11% a 15%, aunque en este caso los que “no saben, no precisan” es menor al del Ejecutivo.
Para complicar aún más el panorama, el debate no se centra en el dilema entre la vacancia o nuevas elecciones; ya que luego de dos procesos fallidos sin alcanzar los 87 votos y demandas constitucionales que ingresaron al Parlamento sin progresos, se ensayan nuevas fórmulas. ¿Cómo hacer para disminuir el número de votos necesarios para suspender o acusar al presidente por infracción constitucional? Ahí comienza la matemática jurídica. Para lograr la suspensión con 66 votos hay que apelar a los artículos 114, 117 y 134; pero resulta que el Tribunal Constitucional no interpretará el 117. Otra fórmula sería apelar a los artículos 99 con el 118 y sumarle el 39, 41 y 43, para acusar Constitucionalmente a Pedro Castillo por corrupción.
Esto se llama caos, más desconcierto, más crisis, más incompetencia, más corrupción, más muchos ingredientes que sólo suman desconfianza y decepción. Situación que afecta justamente a esa población que vive en situación de pobreza, que exige resultados, que necesita comer y se siente confundida con todas las contradicciones. Esa población siente hambre, decepción y vergüenza, por eso “no saben, no precisan”. Lampadia