Berit Knudsen
Para Lampadia
No sé si cada país tiene el gobierno que se merece, porque cualquier ser humano merece condiciones decentes de subsistencia, acceso a una educación de calidad, servicios de salud, oportunidades para salir adelante y sobre todo el derecho a ejercer sus libertades individuales.
En el Perú, durante las últimas 3 décadas el Estado fue copado por esos intelectuales autoproclamados para resolver los problemas del país –con fórmulas inoperantes cuyos fracasos están demostrados–.
Pero el eje central siempre fue la educación, desarrollando modelos de enseñanza, con contenidos hoy cuestionados y cuyas consecuencias pagamos. Las nuevas generaciones han sido formadas con un estilo de pensamiento diseñado para buscar una dependencia de un Estado que no puede cubrir sus necesidades básicas por ineficiencia, corrupción y porque somos parte de ese “Sur Global” con grandes problemas políticos, económicos y sociales.
Olvidaron que el Perú es un país de emprendedores, muchos informales, pero esa misma informalidad nos ha permitido sostener crisis como la de 2008, con resultados positivos –mientras el mundo se tambaleaba–, así resistimos las medidas nefastas de Vizcarra con la pandemia y luego, la economía soporto el embate de los 18 meses de Castillo que nos llevó a la deriva; mientras se concentraba en sus redes de corrupción.
Por algún motivo el sol peruano se ha convertido en la moneda con mejor desempeño en la región latinoamericana, utilizada como refugio ante la escasez de dólares y euros. Somos el país con más problemas e inestabilidad política; realidad que se contradice con los resultados económicos durante el desgobierno de los últimos 7 presidentes con los que no hemos progresado.
Pero ese mito construido por los “grandes pensadores de izquierda”, intenta vendernos un modelo económico sin sustento alguno. El Socialismo del Siglo XXI es una propuesta imposible de autofinanciarse; con grandes planes de apoyo social, mejora de las condiciones de vida y muchos otros loables proyectos, que hablan del gasto; pero no tienen fundamentos económicos que garanticen fuentes de ingresos.
El Perú tiene una deuda que representa el 36% de su PBI, mientras en argentina es del 103%; Brasil 93%, las últimas cifras declaradas por Venezuela son de 2017 con 134%; Nicaragua 103%, Bolivia 80% en medio de una crisis de escasez de divisas; Chile 76%; Colombia 65%; Cuba dice tener un 25% difícil de creer; España 113%, luego de echar mano a los fondos de jubilación y hasta Estados Unidos muestra un 128%.
La deuda externa no es otra cosa que la herencia que le dejamos a las próximas generaciones, que deberán pagar por los malos manejos del presente. Mas graves aún son las políticas como la española quienes, al haber gastado los fondos de jubilación, obligan a la clase económicamente activa a mantener a los actuales jubilados de una población cuya pirámide esta invertida.
Los modelos económicos no pertenecen al mundo de la retórica; se miden por sus resultados.
Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, no solo abusan de las libertades individuales con sus proyectos dictatoriales; sino que representan un dramático fracaso económicos que los he llevado a la ruina, con pobreza, escasez y éxodos masivos, entre muchos otros males.
A esos defensores del proyecto del Foro de Sao Paulo, del Grupo de Puebla y del Socialismo del Siglo XXI les pregunto: ¿a quién le han ganado con ese modelo imposible de sostener? Lampadia