La levitación no es solo un ardid de los ilusionistas, es un fenómeno que se puede reproducir científicamente con el poder de los campos electromagnéticos. Y hay formas impresionantes de demostrarlo, como una que vi la semana pasada en el canal de You Tube de la prestigiosa Royal Institution de Gran Bretaña.
Uno de sus científicos diseñó con 2.000 imanes una estructura en la forma de una banda de Möbius y luego enfrió con nitrógeno líquido un superconductor (óxido de itrio, bario y cobre) al punto que eliminó por completo la fricción, permitiéndole a este deslizarse pegado a la banda pero sin tocarla. Imagínese una pista de carreras de juguete con un carrito que literalmente vuela sobre ella, debido a que la repulsión magnética contrarresta la fuerza de la gravedad a medida que avanza (tecnología que, dicho sea de paso, ya se usa en trenes).
Yo, por supuesto, veía todo esto alucinado (no puedo evitarlo, a pesar de mis conocimientos limitados ¡me fascina la ciencia!). Hasta que llegó el momento en el cual, para demostrar el poder del superconductor, el científico lo comparó con un sucedáneo inferior, vale decir, el cobre, que el Perú produce en cantidades ingentes y que explica buena parte de nuestra recaudación tributaria. Afortunadamente –intenté tranquilizarme-, el metal rojo sigue siendo la elección preferida como conductor eléctrico, con lo cual nuestra minería cuprífera sigue teniendo un inmenso mercado al cual abastecer.
Pero, ¿hasta cuándo nos durará esa tranquilidad? “Dejemos de exportar piedras y hagamos otra cosa”, escucho decir con frecuencia. Discrepo. Prefiero pensar que exportamos conductores eléctricos en versión no terminada. Así que a terminarlos, pues. Aburre que la falta de ambición se excuse de tantas formas.
Desarrollemos el ‘know how’ para completar la cadena y hagámoslo ya, porque la demanda no estará cautiva por siempre. Mientras nos favorezcan los precios, hagamos más minería y más valor agregado a la vez, pues no son excluyentes. Y pongámonos de una vez a estudiar (mejor aun, a desarrollar) aquellas tecnologías que podrían sacarnos del mercado. Si alguien va hacerlo, quién mejor que nosotros mismos.