Durante el discurso de 28 de julio, el presidente Pedro Castillo anunció que conformaría rondas campesinas donde todavía no existían -como Lima- y se les otorgaría de presupuesto para dotarlas de logística. Aunque luego de este anuncio se han brindado declaraciones contradictorias alrededor de esta descabellada propuesta, como la del propio ministro del Interior, quien descartó dicha posibilidad, lo cierto es que nada nos asegura que esto no sucederá.
Como lo hemos podido ver a lo largo de estas primeras semanas, las inconsistencias y contradicciones del Gobierno sirven en la práctica para confundir a la población y distraerlos del verdadero plan articulado y bien elaborado que ya está en marcha desde el Ejecutivo.
Aquí mandan los hechos, no los dichos. Ya han aparecido en Lima, por ejemplo, carteles en las calles para capacitar a rondas urbanas, y en Ica ya se están organizando para su conformación. Además, el presidente de la Confederación Nacional de Rondas Campesinas Urbanas y Nativas ya presentó su plan estratégico para la ampliación de los ronderos a otros territoríos.
Las rondas campesinas se originaron debido a la escasa presencia de la Policía Nacional y como respuesta al terrorismo en zonas rurales, cumpliendo una tarea encomiable por la cual la sociedad en su conjunto le ha reconocido el rol que asumieron en la pacificación del país.
Ahora bien, también puedo dar fe de la fuerte influencia de grupos de izquierda extrema en su actuación, cuando hace algunos años intenté explorar un proyecto minero en el norte de Cajamarca y luego de haber ya llegado a un acuerdo con la comunidad, los ronderos requirieron también contar con la conformidad de su líder máximo, quien era nada más y nada menos que Antauro Humala.
Pero, ¿por qué se prendieron todas las alarmas con el anuncio? Personalmente, estoy convencido que, si finalmente se implementanlasrondasenlaszonas urbanas, estas podrían ser usadas para actuar fuera del marco legal y del ejercicio constitucional de seguridad ciudadana.
La estrategia deslegitima las funciones de la Policía Nacional del Perú. Por qué en lugar de dotarla de mayores recursos para fortalecer su labor, se elige hacer una estrategia paralela y brindárselos a grupos desconocidos que no están sometidos a autoridad gubernamental alguna, ni sujetos a reglamentos, ni directivas del Estado.
La estrategia política de implementar las rondas urbanas podría poner en peligro nuestros propios derechos como ciudadanos y desmerece la labor de la Policía en lugar de potenciarla, entonces ¿por qué el Gobierno opta por ella?
Felizmente este no es solo el país del presidente Castillo y del señor Cerrón, sino de todos los peruanos, quienes continuaremos alertas y vigilantes ante cualquier desviación de nuestra Constitución y de nuestros derechos democráticos.
Por: Augusto Baertl Montori
Gestión, 17 de agosto de 2021