Por: Augusto Álvarez Rodrich
La República, 9 de febrero del 2024
Los embargos a Ferrero que reflejan ‘fallas’ en las fiscalías.
La designación del exministro Alfredo Ferrero como embajador en Washington D.C. vuelve a poner en el foco las arbitrariedades de muchos fiscales anticorrupción con vocación política que impide que se haga justicia en un país tan urgido de atacar a esta lacra.
Se alude al señalamiento de la fiscalía de que Ferrero tiene propiedades embargadas por S/27 millones por su incorporación en las investigaciones Odebrecht. Más allá de que, como ha precisado el exprocurador anticorrupción Antonio Maldonado, eso no impide que sea embajador, una revisión de la valorización de los embargos a la que accedió esta columna refleja que los fiscales deben creer que las propiedades están en Oslo o Singapur y no en Lima.
Un departamento de 110 m2 en Miraflores valorizado por la fiscalía en US$832 mil, un estacionamiento ahí en más de US$100 mil, o un palco en el Monumental que, por los gravísimos problemas del estadio de la U, hoy debe valer casi nada, son algunos ejemplos de tasaciones infladas que llevan a pensar en un problema mayor de cálculos solo para hacer ruido político.
La información que sueltan los fiscales es ‘rebotada’ sin revisión en los medios, contribuyendo a validar lo falso. ¿Habrá un día autocrítica de la prensa que acaba de cómplice de estos fiscales por ‘primicias’ o un fin político?
Esto ocurre en un contexto en el que los fiscales anticorrupción, para ocultar su pésimo manejo en tantas investigaciones que no van a nada —sugiero leer el estupendo artículo de César Azabache publicado hace unos días en este diario—, se dedican a salir de pesca e involucrar a cientos de personas, perjudicando de modo injusto reputaciones, carreras profesionales y generando problemas emocionales.
¿Se les podrá enjuiciar por eso un día? Si eso ocurre, ojalá que les toque fiscales tan arbitrarios como ellos.
Alfredo Ferrero, quien reemplaza a un gran embajador como Gustavo Meza-Cuadra —que debió dejar el puesto por los enredos viajeros de Dina Boluarte—, debería promover la inversión americana en el Perú. En vez de andar preocupados por el peso creciente de la inversión china en un país urgido de inversión privada, sería mejor hacer crecer la de Estados Unidos para tener un mejor balance.