Por: Augusto Álvarez Rodrich
La República, 1 de Enero del 2023
La protesta solo busca el error de la Asamblea constituyente.
El objetivo central de lo que queda de la protesta lanzada tras la intentona golpista de Pedro Castillo es una asamblea constituyente.
La constitución actual requiere ajustes especialmente en las relaciones entre el Gobierno y el Congreso para refrenar sus respectivas capacidades para liquidarse mutuamente.
Pero eso no le interesa a la izquierda. Su puntería está en cambiar el régimen económico, su bandera política más antigua y expresión de su simpatía por la ignorancia y el fetichismo pues ninguna de sus razones se conseguiría con un nuevo capítulo económico.
Por el contrario, esto traería atraso y más pobreza. El exministro Miguel Castilla cree que la principal explicación de la resiliencia de la economía peruana frente a la turbulencia política radica en el régimen económico de la Constitución, el cual establece parámetros para un buen manejo económico que no impide mejores políticas públicas para beneficiar a los más pobres.
Dicho régimen no asegura la eliminación de la pobreza y mejores oportunidades para los pobres, pero, sin ese capítulo, lograrlo sería imposible.
Pero eso es lo que pretende la izquierda. Fue el leit motiv del fracasado gobierno de Pedro Castillo, tanto desde su génesis en el plan de gobierno comunista de su patrocinador de campaña Vladimir Cerrón, como con los sucesivos patrones que lo fueron reemplazando y que terminaron lanzándolo al suicidio político de un golpe que justamente buscaba una Asamblea constituyente, además de gobernar sin control del Congreso y seguir robando.
La Asamblea constituyente ha ganado terreno en la gente: según IEP, los que la respaldan han pasado del 47% en mayo 2022 a 69% en enero 2023.
“Nada cuesta incluir en la nueva elección una pregunta sobre una asamblea constituyente”, comentó ayer en La República, con aire de ingenuidad, el constitucionalista Francisco Eguiguren. La verdad, la preguntita sí costaría y bastante por lo que la gente está pensando.
Como indica el analista del Centro Winaq Santiago Bedoya: “La promesa constituyente, lejos de llevarnos a la Suecia socialdemócrata, nos llevará a un híbrido entre el Afganistán talibán, la Bolivia masista y El Salvador de Bukele”. ¿Eso quiere la izquierda?