Por: Augusto Álvarez Rodrich
La República, 7 de Junio del 2022
La ilusión de tantos ilusos por la estatización de la minería.
En medio de una paralización de la minería por la violencia promovida desde el propio gobierno, sectores cercanos al mismo promueven la estatización de la actividad, otro absurdo —como tantos que se ven hoy— que discurre entre la ideologización anquilosada y la corrupción desembozada.
Pese a las buenas cotizaciones, la producción minera cayó 2.8% (febrero), 3.21% (marzo) y 4.73% (abril) en medio de conflictos azuzados desde el gobierno en las principales operaciones.
Vladimir Cerrón anunció en noviembre que “la ola antiminera se expandirá de no respetarse los derechos comunales, la protesta se justifica”, lo cual se aceleró cuando puso en el Ministerio de Energía y Minas a Carlos Palacios, quien elevó las trabas del gobierno para no resolver los conflictos, lo cual contó con la complicidad del premier Aníbal Torres por su pacto con Perú Libre para permanecer en la PCM.
Los perjudicados por estas paralizaciones con violencia no solo son, como dice el gobierno, las grandes empresas mineras —como la china MMG—, sino los cada vez más desesperados obreros mineros que pierden el empleo; las comunidades que ofrecen servicios a los campamentos; y el fisco: según ECData, los bloqueos a mineras en los últimos diez meses ocasionaron dejar de pagar US$ 348 millones en impuestos y regalías, y una pérdida total de US$ 1,160 millones, afectando el presupuesto de la administración regional.
Los que esperan beneficiarse son los que creen que este río revuelto ayudará a poner en marcha el plan de Cerrón detallado en su ideario —que es el plan de gobierno inscrito por Castillo en el JNE— para estatizar la minería, lo cual se ha plasmado en el proyecto presentado por Margot Palacios (PL) para la creación de la Corporación Nacional de Cobre, idea voceada en redes por Guido Bellido, quien hoy manda en la PCM.
Las paralizaciones y la violencia contra las operaciones mineras son la pata de cabra de Cerrón para ‘cansar’ a las empresas del sector y empujarlas a venderlas para concretar la nacionalización que busca de la actividad, apelando a la ilusión que algunos tienen por la estatización, una añoranza por los beneficios que nunca jamás sucedieron, pues la actividad empresarial del estado ha sido un fracaso en el Perú.