Asociación de Contribuyentes del Perú
Perú21, 27 de marzo del 2025
Perú tiene la historia, la cultura y el atractivo, pero nuestras autoridades hacen todo lo posible por ahuyentar a los turistas, mientras que los demás países los captan.
Hace algunas semanas el Gobierno Regional de Cusco decidió poner fin al contrato de concesión del hotel ubicado en el santuario Machu Picchu y propuso convertirlo en un “centro de interpretación” bajo la gestión de los ministerios de Cultura, Comercio Exterior y Turismo, y Ambiente. Es decir, saquemos a la empresa privada que ha hecho las cosas bien y pongamos al Estado, que casi siempre hace las cosas mal.
Este posible y cuestionable cambio de modelo de gestión recuerda el reciente caso de la venta de entradas a Machu Picchu, que pasó de manos privadas a la administración estatal en 2024. La ineficiencia del Estado genera aún largas colas, corrupción en la asignación de cupos y pérdidas económicas para el sector. Así, en lugar de aprender de este error, el GORE Cusco ha decidido replicar la fórmula en el hotel Sanctuary Lodge eliminando la participación del sector privado, por lo que compromete la calidad del servicio.
El impacto de esta decisión va más allá de la administración del hotel. Se estima que más de 3,000 empleados dependen directamente de su operación, entre trabajadores, proveedores y comunidades locales. La falta de un plan de transición y la ausencia de una licitación clara ha generado incertidumbre y llevado a que el Poder Judicial otorgue una medida cautelar en favor de los trabajadores del hotel en marzo de 2025. Felizmente, en este caso, la justicia parece funcionar. Y ojalá siga funcionando.
Además, la intención del GORE Cusco de transferir la gestión del hotel a una alianza entre municipalidades y el Gobierno regional pone en duda la eficiencia del nuevo modelo estatal. La experiencia demuestra que las entidades públicas en el Perú han sido incapaces de gestionar de manera eficiente servicios turísticos de alta gama, lo que podría llevar al deterioro de la infraestructura y una pérdida de ingresos para el país. En realidad, el Estado es incapaz de gestionar cualquier tipo de empresa. Ni siquiera puede con su propia infraestructura y, si no, miremos el estado deplorable de colegios, comisarías y hospitales.
La decisión de estatizar el hotel también podría generar conflictos con organismos internacionales como la Unesco, que ha advertido que cualquier modificación en el uso del hotel debe ser aprobada previamente. Sin una planificación adecuada, esta intervención estatal podría poner en riesgo la categoría de Patrimonio de la Humanidad de Machu Picchu y afectar la llegada de turistas internacionales. Es decir, todo mal con esta posible decisión.
Y en general las cosas van muy mal en términos de cifras con respecto al turismo. Este ha experimentado una recuperación lenta y aún no alcanza los niveles previos a la pandemia. En 2019, el país recibió 4.37 millones de turistas internacionales, pero esta cifra se desplomó a solo 896,000 en 2020 y 444,000 en 2021, debido a las restricciones sanitarias. Si bien en 2022 el número de visitantes aumentó a 2 millones y en 2024 superó los 3.2 millones, el sector sigue lejos de su máximo histórico. Esta contracción ha impactado directamente en el empleo, que cayó de 1.45 millones de personas en 2019 a solo 697,000 en 2020, y apenas ha logrado recuperar 1.3 millones de empleos en 2024.
Y los demás países nos vienen ganando y por mucho. El gráfico muestra el número de visitantes internacionales en algunos de los principales países de América Latina. Brasil lidera la lista con 6.77 millones de turistas, seguido de cerca por Argentina (6.6 millones) y Colombia (6.39 millones). Chile también recibe un volumen considerable de turistas con 5.24 millones, mientras que Perú queda significativamente rezagado con apenas 3.26 millones, a pesar de contar con atractivos mundialmente reconocidos como Machu Picchu. ¿Queremos destruir el turismo en Perú? Las decisiones del actual Ministerio de Cultura y del Gobierno Regional de Cusco lo lograrán rápidamente.