Por Arturo Woodman
Expreso, 11 de enero del 2022
Estamos iniciando el año 2022 y estimo que todos los peruanos quisiéramos, con optimismo, tener un año de cambios y desarrollo, pero lamentablemente esto no se avizora.
Los economistas locales y los analistas internacionales prevén que nuestra economía no crecerá más del 1% al 1.5% al no presentarse importantes inversiones, consecuentemente disminuirán los puestos de trabajo; la pobreza, inflación y los precios de los alimentos seguirán incrementándose.
Este panorama es el resultado de que el Presidente y sus colaboradores en medio año gobernando, no generan estabilidad, ni lo que proyectan hacer este año, ni en los siguientes cinco que podrían gobernar.
En su mensaje al Congreso, precisó que venía como un “mesías redentor” a reivindicar 200 años de represión del “pueblo” que votó por él, que no gobernaría en el tradicional Palacio de Gobierno, porque eso representaba las huestes de Pizarro, imagino que Castillo piensa que hace 500 años los conquistadores deberían haber llegado como turistas al antiguo Perú y no a conquistar nuevas tierras y ver qué más podrían obtener, después de un largo viaje (15 mil km).
Prometió que en sus primeros días expulsaría a miles de venezolanos, que migraron para delinquir y quitarle trabajo al pueblo, pero en 170 días no ha podido expulsar a 40 delincuentes e inclusive ni Maduro le habría contestado su llamada.
Este gobierno en favor de “su pueblo” provoca una negativa división entre peruanos y el Partido Marxista, Leninista de Cerrón pretende cambiar con una Constituyente la actual Constitución Neoliberal, la que (según su razonamiento) es causante de la pobreza de los “pobladores de la sierra”, sin aceptar que gran parte son exitosos emprendedores, varios de ellos fueron presidentes, incluso hoy nos gobierna un maestro y otros ocupan cargos públicos y privados.
Por su parte Castillo, sin visión alguna, ni interés en gobernar, da discursos populistas, no acepta entrevistas e inclusive se toma vacaciones para refrescar su popularidad en Puña donde vive su padre, desconectándose de los problemas del país, promoviendo proyectos innecesarios, como el Aeropuerto de Chota.
Sus aislamientos y pésimos nombramientos, le quitan operatividad al Aparato Estatal, imposibilitando la solución de los problemas que el país tiene por resolver.
Es plausible que la vacunación esté a un nivel alto (81%) defendiéndonos de la pandemia, pero el resto de actividades navegan sin piloto y sin rumbo. Mientras tanto, se sigue destruyendo la minería, por un lado, positivamente Las Bambas reinició sus operaciones, pero en Ayacucho la restringen en 25 cabezas de cuenca.
No se prevén importantes inversiones por el desorden, el desgobierno, la corrupción y la delincuencia que se incrementan. Igualmente, la falta de criterio de muchas autoridades contagiadas de la inoperancia existente, entre otros temas sencillos, realizan un mal manejo de las playas por pandemia; y habiendo pocas en Lima, la de Agua Dulce se desbordó.
A raíz de esto, en La Punta se armó un contingente similar al de antimotines con agentes uniformados de negro, de pie sobre las piedras en medio del acantilado, en condiciones inhumanas bajo el sol, para impedir el ingreso de bañistas y en Santa María, con pocos residentes y con una playa amplia, un grupo del Ejército armado, policías y el Serenazgo del alcalde actuaban con fuerza contra pocos bañistas.
Sin embargo, durante los ataques a las mineras formales o cuando toman las carreteras por huelgas agrícolas u otras protestas, su presencia es mínima o nula.
Finalmente, esperemos con fe, esperanza y unión, que el Presidente al quitarse su sombrero, le permita gobernar con éxito y eficiencia a todos los peruanos.