Por: Arturo Woodman
Expreso, 4 de Octubre del 2022
En la historia mundial y en la nuestra siempre han existido líderes radicales de derecha o de izquierda, que promovieron cambios importantes para mejorar su país, pero al tomar el control, al corto tiempo su radicalización los lleva a cometer actos en contra de los derechos humanos y respeto mínimo a la vida ocasionando, en la mayoría de los casos, la pérdida de su inicial apoyo popular y con el fin de mantenerse en su ansiado poder, terminan convirtiéndose en dictadores, aislados de su pueblo y olvidando los programas ofrecidos.
Estos gobiernos en muchas ocasiones terminan frustrados, ya que al final los ciudadanos prefieren los gobiernos democráticos con paz, desarrollo, servicios básicos y trabajo.
En el Perú tenemos claros ejemplos, en el año 1968 el general Velazco encabezó un golpe de Estado, nacionalizando importantes actividades, sin respetar la propiedad privada y destruyendo la agricultura. Posteriormente, en 1980, un líder sanguinario y oculto, Abimael Guzmán, promovió la destrucción, asesinato de autoridades y ciudadanos, destruyendo las infraestructuras, sosteniendo que esa era la manera de conseguir los cambios estructurales del país. Después de 12 años de terror, se le pudo apresar y condenar a cárcel perpetua, por haber promovido la muerte de 60 mil peruanos y miles de millones de dólares en pérdidas de infraestructura y continuas paralizaciones en el desarrollo del país. Finalmente, a los 86 años, murió encarcelado.
En nuestra región, tenemos varios ejemplos con algunas variantes, pero todos se iniciaron con el apoyo popular, habidos de cambios como en Cuba de Fidel Castro derrocando al gobierno militar de Fulgencio Bautista (1940 – 1959), y al tener discrepancias con los Estados Unidos llevó a su país al sistema totalitario, comunista, de aislamiento y pobreza, provocando un éxodo con muerte de familias con pequeños hijos, huyendo en deteriorados botes tratando de llegar con vida a pisar tierra americana. Fidel gobernó dictatorialmente por 68 años sin lograr prosperidad ni desarrollo para Cuba.
Con similares gobiernos radicales están Venezuela y Nicaragua, complicando su derecho a vivir en paz y democracia, produciendo dramáticos éxodos de millones de ciudadanos, en una clara muestra de radicalismo que inclusive los lleva a quitarles la vida, sobre todo en Nicaragua del exguerrillero Daniel Ortega.
Pero debemos mirar con atención el actual gobierno incompetente del presidente Castillo que quiere cambiar nuestra constitución y las currículas escolares, sin darse cuenta que lo básico para desarrollar el país es aceptar las inversiones y de acuerdo a la actual Constitución mejorar la justicia, salud y educación. Al no realizarlo estaría dando una preocupante cabida al ex militar y ex presidiario Antauro Humala, condenado por actos de insurrección y crímenes en Andahuaylas hace 20 años, quien no ha perdido su inicial apoyo popular al seguir ofreciendo cambios radicales en el país, que incluyen el fusilamiento de su hermano Ollanta, de los políticos corruptos y mañana podría ser por no estar de acuerdo con sus arbitrariedades ni radicalismo, llevando al país a un inaceptable gobierno del terror.
Finalmente, este domingo los electores le quitaron el apoyo al actual gobierno, votando por sus líderes para alcaldes y gobernadores regionales, quienes conociendo sus problemas, con sus atribuciones y presupuestos tienen la oportunidad de mejorar sus zonas y condiciones de vida de sus pobladores. En Lima ganaría Rafael López Aliaga, esperando amplias mejoras en la ciudad.