Por: Anthony Laub
Perú21, 26 de Mayo del 2023
“El sector eléctrico ha funcionado bien desde que se liberalizó en 1992, basado en un modelo en el que los generadores de electricidad compiten por clientes ofreciendo un servicio confiable y competitivo. Pasamos de ser un país deficitario con un nivel de cobertura del 48% a un 95%. Brutal”.
No hay lonche gratis, pues siempre alguien paga la cuenta.
El sector eléctrico ha funcionado bien desde que se liberalizó en 1992, basado en un modelo en el que los generadores de electricidad compiten por clientes ofreciendo un servicio confiable y competitivo. Pasamos de ser un país deficitario con un nivel de cobertura del 48% a un 95%. Brutal.
Ese logro obedeció a inversiones de riesgo que realizó el sector privado y que se dinamizó con el gas de Camisea. El Perú tiene un parque generador excedentario (70% de reserva) con un mix de energía muy limpia: agua y gas natural. Del total de emisiones del país, solo el 6% lo produce la generación de electricidad. Casi impoluto.
Pese a ello, los promotores internacionales y nacionales de las energías renovables (solar y eólica), consiguieron que el Estado promueva esas tecnologías y les otorgó groseros subsidios que pagamos los usuarios y que exceden los S/6,000 millones. Ese dinero no está más en las manos de 30 millones de peruanos sino en los bolsillos de un puñado de “inversionistas”.
Esos promotores, luego dijeron que las renovables ya no requerían de ningún tipo de subsidio ni ayuda, pues hoy “son competitivas”.
Si esto es así, merecemos nos expliquen por qué entonces la Comisión de Energía del Congreso de la República acaba de aprobar un proyecto de Ley (impulsado por esos promotores y avalado por el Ministerio de Energía y Minas) que, justamente hace lo que nos dijeron que ya no era necesario: nuevos subsidios y privilegios que otras tecnologías (mejores) no tienen y que pagaremos los 30 millones que consumimos electricidad.
Unos pocos disfrutan del bufet, pero la cuenta la pagamos todos los demás que no.