Por: Anthony Laub
Perú21, 7 de agosto de 2020
Tafur acuñó el término DBA para caracterizar a un segmento de la población (“empresaurios”, políticos y periodistas) y al que yo califico como mercantilistas, pues florecen por intervenciones estatales, no por ser derechistas. No importa, el alias quedó y es la DBA.
Si existe una DBA, también hay una IRA: izquierda retrógrada y atolondrada; ambas expresiones pertenecen a la misma moneda, pues atacan las libertades y la propiedad usando el mismo vehículo: el dedo mágico del Estado.
La IRA endilga al liberalismo (neoliberalismo para ellos) responsabilidad en temas exclusivos del Estado para desacreditarlo y promover un retorno al socialismo a la par que sofistica su discurso.
Usa neologismos como justicia social, justicia ambiental, justicia tributaria, junto a los manoseados conceptos de solidaridad (con dinero ajeno) o desigualdad para modular su prosa incendiaria; que no es más que un nuevo ropaje para promover lo de siempre: el expolio de la propiedad privada, limitar la libertad y encumbrar a una clase dirigencial mediocre y prepotente para poder controlar a sus “neosúbditos” (todos pobres, como en Venezuela o Cuba).
Los números del “neoliberalismo” son apabullantes y marcan el triunfo del mercado sobre el socialismo. Esto hace que arda la IRA pues, frente al dato que así lo demuestra, recurren al relato (falso) para promover su retrógrada y atolondrada ideología. Olvidan que dato mata relato.
Hoy aprovechan un nuevo tropezón del Estado (lleno de IRA) para atribuirle al mercado esa responsabilidad y promover la regresión al reino de la IRA. Aplaquemos la ira.
“El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime”. (Proverbios 29.11).