Andrés Balta
Perú21, 21 de noviembre del 2024
«La observación y crítica de esta columna reclama ver al Perú como un país mestizo, resultante, en el balance, de una extensa inclusión histórica que también comprende el aporte de la China y de una globalización de occidente aún presente».
Tenemos la tendencia de afirmar que el Perú está representado por lo prehispánico, lo indígena o lo resultante de nuestras culturas y civilización preincas e incaica. Esta visión sesgada ha estado presente en el artículo y discurso de antes, durante y después de la inauguración del megapuerto peruano de Chancay. No lo culpo, nosotros mismos venimos permitiendo esa visión.
La observación y crítica de esta columna reclama ver al Perú como un país mestizo, resultante, en el balance, de una extensa inclusión histórica que también comprende el aporte de la China y de una globalización de occidente aún presente. Somos el resultado vivo y continuado de múltiples mezclas derivadas de la conjunción de las civilizaciones grecorromana, judeocristiana e indígena de América, un país ampliamente mestizo que se desmarca de un discurso parcial, incompleto o impropio.
Podría decirse con riesgo de ingenuidad o con justo beneficio de la duda que el líder asiático eligió una aproximación curiosa, espiritual o genética de la China con el Tahuantinsuyo y las culturas precolombinas, pero repetir eso mismo en un artículo extenso escrito por él, sin mención a todo lo grande y diverso que el Perú representa es una oportunidad de mejora de él y sus asesores para tomar distancia de las miradas parciales e incompletas del Perú.
Esas vinculaciones —casi prehistóricas— de la China con el Perú serían bonitas y hasta románticas, pero esconderían posiciones reduccionistas y sesgadas de un país que no somos. Los temores son que se asienten ideas de un país impostado o artificial; que continuemos la trayectoria de negación de nosotros mismos y que ancle en el inconsciente colectivo el apodo pero no el nombre ni identidad mestizos de nuestra patria.
Habrá que decirle que nos sentimos tan orgullosos de Sacsayhuamán, Chan Chan, Machu Picchu, Kuelap y de todas las culturas y creaciones prehispánicas, como lo estamos de las catedrales e iglesias de la Compañía de Jesús de Cusco y Arequipa, de la iglesia de Andahuaylillas (la Sixtina de América), de los conventos, universidades, hospitales, dameros, centros históricos y edificaciones monumentales de ciudades y pueblos fundados y hechos en el Virreinato, así como de mucho de lo creado por el Perú desde su independencia y de nuestro idioma, fe, cultura, bailes, ritmos, paz y religión.