Por: Andrés Balta
Perú21, 24 de junio de 2021
Son muchas las cosas malas que golpean el Perú en junio de 2021. Entre ellas están los efectos inconmensurables y devastadores de la elección de PPK y de su traidor, el malvado gobernante. De todos estos, hallamos los peores y de ellos, qué duda cabe, campeona la miseria del alma.
De ese mundo dantesco, que degrada y deprava a todos, aparecen personas con trastornos narcisistas, sujetos acompañados de complejos de superioridad y frustraciones ocultas, individuos que enfrentan su implacable inferioridad cuando están solos, sin disfraces, ni máscaras ni falsos escudos.
Allí, los falsos líderes son los que más golpean, los que más hieren, los que más destruyen. Son aquellos a los que un día les robaron la duda, el escrúpulo, la integridad, la estética, la modestia, la verdad, el agradecimiento, la bondad y, en suma, la felicidad por otro, su éxito y su trabajo.
Entre ellos, una persona de opinión lesiona la nobleza e inflige hirientes comentarios que achatan el espíritu a todos. Ella dice, siempre con inaceptable sorna: “Quién es el abogado que te está engañando”, “qué bien te harían unas clases de Derecho” y “a ver, a ver hagamos un concurso, ¿quién me trae una definición de comunismo?”.
Ese ninguneo de personas y opiniones corona mi repudio y, además, eyecta mi interés para que ella se acepte a sí misma, porque la aceptación precede al cambio y porque muchos queremos que cese de contrabandear su inferioridad, bajando a los demás, sin consideración, pero con engaño y versación manipulada.
De esos falsos líderes padecemos su neurosis de poder y su frívola y perversa relación con el Gobierno. ¿Por qué no se curan y emancipan de él?
La coincidencia con la realidad no es casualidad.