Andrés Balta
Perú21, 19 de diciembre del 2024
Qué bárbaro cómo y cuánto te enganchas a La fuerza de la razón, de Oriana Fallaci, valiente periodista y cautivadora escritora, nacida y fallecida en Florencia, y residente en Nueva York y en los corazones de sus lectores para siempre. Corajuda escritora que fue calificada como “uno de los italianos más célebres de Occidente” y “uno de los escritores más leídos y amados del mundo”, sostuvo Andrés Balta.
Qué bárbaro cómo y cuánto te enganchas a La fuerza de la razón, de Oriana Fallaci, valiente periodista y cautivadora escritora, nacida y fallecida en Florencia, y residente en Nueva York y en los corazones de sus lectores para siempre. Corajuda escritora que fue calificada como “uno de los italianos más célebres de Occidente” y “uno de los escritores más leídos y amados del mundo”. Cómo será de cierto eso que un lector lentísimo —como yo— la leyó rápido, con muchísimos asombros y grandes y serísimos pensamientos.
Para Fallaci, su libro de 2004 fue el resultado del deber de escribirlo y —en suma— es un alegato histórico y contemporáneo de defensa de nuestra civilización occidental y cristiana frente a la embestida del Islam sobre Europa y el mundo.
¿Podría ser que 20 años después del libro o 18 de la muerte de su escritora se noten reacciones incipientes de desaceleración de la complacencia de Occidente y la ONU por lo árabe —o quizás— leves efectos de detención a las invasiones culturales y migratorias de los países árabes sobre Europa? No lo sé. Lo que sí quedó claro es que volvió o —mejor dicho— continuó la guerra del Islam contra los ‘perros infieles’ que somos y hemos sido siempre todos nosotros, repetidamente, a lo largo de toda la historia.
En efecto, una vez más, Europa es el teatro principal de las operaciones y de las amenazas para desaparecerla como tal. En esta ocasión, la guerra es sigilosa, engañosa y astuta, desde adentro y firme, y solo es y ha sido violenta para hincarnos de miedo y soltarles la mano. Esta guerra es también la de la explosión demográfica de árabes en la apodada ‘Eurabia’ y la de la retirada y el decrecimiento de la población y cultura domésticos y occidentales. Así, paulatinamente, día a día, ponen el pie y dan pasos para inclinarnos ante las intolerancias e imposiciones de sus teocracias sobre nuestras simpáticas, permisivas, bobas, ingenuas e inanimadas democracias.
Al terminar su obra, dice que, para no acostumbrarse, para no resignarse, para no rendirse o para simplemente vivir, es necesaria la pasión; pero —agrega— que allí, en ‘Eurabia’, no se trata solo de vivir y punto, allí se trata de sobrevivir. Y para sobrevivir nos hace falta ‘la fuerza de la razón’ que su libro da a manos llenas.