Andrés Balta
Perú21, 16 de enero del 2025
«Está regresando el contenido cívico como un péndulo arrasador».
¿Estarán los desahuciados por la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, que hicieron travestismo político con cuotas de desigualdad y privilegio, mirando cómo el péndulo les regresa para aplastarlos con el peso de siglos de civilización y 250 años de éxitos económicos? ¿Estarán —en términos históricos— viendo cómo se caen los naipes de sus victorias culturales transitorias? ¿Estarán los que botaron al basurero sus falsos conflictos entre dueños y trabajadores, metiendo su aprovechamiento de otras disputas humanas en el mismo basurero de la historia? Hay noticias que impulsan a creer que sí. Veamos:
1) Las decisiones “anti-woke” para la primera medida de gobierno de Trump, dirigidas a desmontar la ideología de género, derruir la absurda intromisión estatal en las relaciones de familia, desactivar el delirante fondeo del Estado para imponer y modificar apariencias sexuales de los niños, entre otras medidas de ingeniería social sobre cambio de sexo, sexualidad fluida, rechazo por tu nacionalidad y vergüenza por tu religión, todas dirigidas a que no sepas quién eres, te conviertas en una página en blanco y el Estado escriba sobre ti lo que le dé la gana.
2) La renuncia de Trudeau como primer ministro “woke” de Canadá, ahogado en corrupción y políticas “progre”, tras diez años de malos gobiernos, desactivadores de libertad y promoción de inversiones, así como de ridículos globalismos, ingenierías sociales e ideologías de género. En efecto, Trudeau es el más reciente gobernante en ser echado del cargo por propios y extraños, debido a la creciente insatisfacción de la sociedad canadiense y de sus votantes.
3) Finalmente, la tercera noticia es la declaración de Zuckerberg reconociendo censura hacia la derecha, restaurando la libertad de expresión en sus plataformas, aceptando que Facebook e Instagram no garantizan esa libertad por demasiados errores, anunciando que van a deshacerse de los verificadores de hechos (“fact checkers”) que serían “organizaciones supuestamente de la sociedad civil”, financiadas nada menos que por George Soros, que han destruido estelarmente la confianza y la fe públicas por sesgos políticos y globalistas de izquierda. Sí, Zuckerberg ha metido al basurero las normas y restricciones liberticidas de persecución a los que hablen de género, inmigración y otros “discursos dominantes” con tonos críticos, diciendo que los movimientos inclusivos han tirado abajo opiniones, acallado personas e ido demasiado lejos.
Está regresando el contenido cívico como un péndulo arrasador. El socialismo cultural terminará perdiendo ante la fuerza de la integridad, la verdad y la buena convivencia, todos sustentados y edificados en nuestra civilización.