Por: Andrés Balta
Perú21, 13 de Octubre del 2022
“El optimismo, en cambio, es racional y combativo”.
John Locke, padre del liberalismo clásico, advirtió: “Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”. Apliquémonos esa frase.
Somos una amalgama inconclusa de civilizaciones y culturas que coexistimos sin sentimientos de unidad o identidad. Esa es la condición de nuestras circunstancias y la de los países que conformamos. Puede ella tener más o menos tiempo, pero, por vieja o joven que sea, siempre será condición de las circunstancias y no disposición de la mente. Menos aún, de la mente colectiva de una nación. Eso es optimista.
Cayetana Álvarez de Toledo dice que “el pesimismo es la coartada de los cobardes, la excusa para no hacer nada y es también el mejor aliado del populismo”. El Apocalipsis, dice la española, “es otra forma de utopía que los populistas aprovechan para justificar la llegada de un mesías, un caudillo, un salvador”.
El optimismo, en cambio, es racional y combativo. La misión del líder aquí y ahora es disponer su mente y la de los demás decididamente al trabajo, la ética y el éxito y a asumir sus responsabilidades, bajando al llano. Eso será bastante: continuará la construcción de la nación y ella repotenciará, una y mil veces, con múltiples efectos e intercambios de comercios libres y abiertos, la inclusión de todos, las eficaces reuniones de iniciativas, energías y sinergias, y los mecanismos modernos de colaboración y competencia en el mercado.
En la mente del comercio, el “nosotros” incluye el “ustedes” en fórmula permanente de satisfacción recíproca y medio de colaboración masivo, voluntario y libre. Todo lo demás es sebo de culebra o cuento chino.