Andrés Balta
Perú21, 5 de diciembre del 2024
«En la presentación del libro 200 años de economía en el Perú recordaron que, en la pandemia, cuando una empresa privada quiso poner un hospital de campaña para la Policía, un ministro no quiso atenderla porque habían recibido la instrucción de no hacerlo porque las empresas privadas querían aprovecharse de la situación y que eso había que evitarlo».
Un oficial y amigo de la Marina de Guerra del Perú me comentó que, en 2013, en una clase de Realidad Nacional a alumnos del servicio militar voluntario (personal de tropa, gente muy pobre que sirve a la patria) uno de ellos dijo: “lo que pasa que usted es blanco”. Y él, luego de sonreírle, le pidió que se pare a su costado para que se vieran sus brazos y los de él, preguntándole a la clase ¿quién es más blanco? La clase festejó la evidencia empírica con una risa. Era obvio que el chiquillo era más blanco que su profesor.
El alumno se defendió diciendo que su profesor era alto, hablaba bien, era oficial, etcétera. Y mi amigo, con esa anécdota, comentó que los discursos que postulan que lo peruano es indígena, incaico o andino solo dividen, que al final todos somos mestizos y que los peruanos debemos sentirnos orgulloso de nuestras múltiples mezclas. Me contó que estuvo tres meses acuartelado con sus alumnos y que —al final— entendieron su mensaje de peruanidad. Hoy dice: “todavía hay un trecho por remar para aceptarnos como somos”.
José Antonio, qué historia alucinante y reveladora me has contado, le dije. Y añadí: es largo el trecho que nos falta. En la presentación del libro 200 años de economía en el Perú recordaron que, en la pandemia, cuando una empresa privada quiso poner un hospital de campaña para la Policía, un ministro no quiso atenderla porque habían recibido la instrucción de no hacerlo porque las empresas privadas querían aprovecharse de la situación y que eso había que evitarlo. Y le hice recordar que el Estado mandó a rodar a otra empresa cuando quiso donar oxígeno y que un presidente imbécil, ante la inminente dotación de vacunas por la vía privada, dijo que solamente las tendríamos cuando las tengamos todos, sin privilegiar la urgencia brutal, vital y de trabajo de médicos, enfermeras y policías que morían —sin defensas— como moscas.
Ojalá fuéramos un país mestizo por el convencimiento interior y espiritual de serlo. Ojalá lo fuéramos sin quitarle el cuerpo como si nos hiciera de menos. Ojalá lo fuéramos festejándolo con más mezclas y ritmos y simpatías. A no dudarlo, esa es la herramienta para arreglarnos y responder con éxito ¿cuándo se arregló el Perú? Acuartelémonos con esa convicción.