Alonso Rey Bustamante
Para Lampadia
El Covid 19 ha dejado un desastre en la salubridad pública, con tantos muertos y desprotegidos sin capacidad de recibir un adecuado servicio de salud. Asimismo, la pandemia ha dejado un desastre económico en el Perú y nos ha hecho retroceder más de 10 años en nuestras bases económicas y financieras, sin embargo, a las empresas y trabajadores prácticamente las ha aniquilado por una falta de acción y omisión del propio gobierno.
Al Covid 19 se le suman la pandemia de nuestros funcionarios públicos que vienen ejerciendo con pulcritud sus facultades y vienen fiscalizando a los administrados e imponiéndoles multas por infracciones como si estuviéramos en una economía boyante y no de guerra como la actual.
Efectivamente, pareciera que la pandemia de los funcionarios públicos viviese en otra galaxia por cuanto creen que imponiendo multas se soluciona el problema y los emprendedores, la empresa MYPE y PYME paga la multa y continua con su actividad, cuando en la realidad lo que hace es cerrar y convertirse en informal. Varios ejemplos que son para llorar con esta pandemia de funcionarios públicos, aquí unas joyas sólo de 5 días hábiles:
1.- La municipalidad de San Juan de Miraflores multa bodegas y pequeñas empresas por no pintar en la calle círculos de distanciamiento social con una multa de S/ 4,200 y todavía brillantemente le cierran el local. Es que no saben cuanto le toma a la pequeña empresa o emprendedor obtener esa cantidad de dinero para pagar la multa y todavía sin poder operar. Es que acaso no hay sentido común en algún alto funcionario que vea o lea estos abusos.
2.- La municipalidad de Huancayo multo a un local comercial con S/ 2,100 por que una pareja de esposos no mantuvo el distanciamiento social. Es que estos funcionarios pandémicos deberían ser destituidos e inhabilitados por siempre de ejercer cualquier cargo, sólo un estúpido puede razonar así, y ya lo probaremos más adelante.
3.- La municipalidad de San Isidro realiza una inspección en una oficina y sanciona a la empresa por no tener los avisos de acoso exigidos y los pandémicos funcionarios no se dan cuenta que el personal en su mayoría trabaja remotamente y existe un mínimo de empleados en la oficina. La sanción además de la multa es clausura.
4.- Con broche de oro, la OEFA pone una sanción de S/. 315,000 a una empresa agrícola por no permitirle a un funcionario concluir con la supervisión. La multa representa un mes y 10 días de planilla de la empresa de 280 trabajadores. Ahora la empresa está solicitando una suspensión perfecta para pagar la multa de la OEFA o entrar en una liquidación. ¿Que haría un no estúpido?
5.- Pero esto no acaba, por cuanto existen más casos como en Pachacamac que la Municipalidad que destruye un local precario donde preparaban una olla común y les imponen una multa de S/ 8,000, además de botar los insumos de los alimentos que dan alimento a 60 personas. ¿Un malvado podría actuar peor?
Y así hay muchos casos de abusos producto de la pandemia de funcionarios que no son capaces de darse cuenta que están matando a la gallina que pone huevos para ellos satisfacer sus funciones, sin importar las consecuencias que al matar a la gallina nunca más comerá huevos ni el propio funcionario público. Tampoco les importa la vida de las personas que no tienen que comer como el caso de Pachacamac.
Lo que requiere el país es una reforma completa del Estado y reducir los 1,954 distritos, 200 provincias, 24 regiones, 19 ministerios y 130 congresistas a mucho menos de la mitad y exagerando al 30% de lo que existe actualmente y todavía sobrarían.
Ahora que a los congresistas les redactan proyectos de Ley bien populistas, por que no uno de nuestros iluminados “Padres de la Patria” se le ocurre redactar una norma que prohíba a cualquier entidad del Estado a imponer multas que impidan la supervivencia de las personas, emprendedores y empresas. Si hasta la SUNAT ha flexibilizado las multas en el caso de infracciones de Aduanas por que se dan cuenta que ni ellos mismos van a cobrar las multas por infracciones absurdas.
Aquí viene lo que nuestro autor Carlo Cipolla señala en su libro Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana, y señala con majestuosa sencillez que: … ”el poder burocrático aumenta el potencial nocivo de una persona estúpida”. Para un ejemplo, sólo los mencionados en este artículo y muchos más que suceden día a día en nuestro Perú. Ojalá un iluminado congresista, tenga le venga un ataque de sentido común y detenga estos abusos antes que acaben con nuestro país.
En su libro Cipolla, que debería ser de lectura obligatoria en todo el Estado y en colegios del planeta, para ser más inclusivo y diverso, establece como su Cuarta Ley que dice: “La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado”. Desarrolla la teoría de su Cuarta Ley, en el sentido que el malvado cuando causa un daño a terceros él obtiene un beneficio para si mismo, es decir, existe una transferencia de bienestar, donde le quita a uno para transferírselo a él. Muy parecido al socialismo donde no se crea riqueza sino se le quita a uno para beneficiarse al funcionario del poder y no a todos como su lema lo anuncia.
Brillantemente analiza Cipolla, que cuando entra en acción el estúpido todo cambia por cuanto, los estúpidos generan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellos, por eso son más peligrosos que el malvado, por que cuando actúan los estúpidos, toda la sociedad se empobrece. Concluye Cipolla mencionando que hasta los malvados contribuyen al bienestar de la sociedad, sin embargo, los estúpidos son un desastre para todos inclusive para el malvado.
Regresando a nuestro querido Perú y los ejemplos de 1 semana de acción de nuestra pandemia de los funcionarios públicos citados en este artículo, nos podemos dar cuenta que son peores que los delincuentes y malvados por que quieren destruir y empobrecer a nuestra sociedad. Por favor existirá una persona que pueda detener esta pandemia de funcionarios públicos audaces que es peor que el Covid 19 y 130 días de cuarentena. Ojalá existiera una cura o vacuna contra el Covid y contra la estupidez, yo inocularía a toda la población del Perú con la segunda vacuna, siempre que Digemid la autorice por supuesto. Como siempre concluimos, con la frase cada día más vigente, “Donde termina la razón, empieza el Perú.” Lampadia