El contraste entre el primer puesto mundial del Perú como destino gastronómico y el último puesto internacional en la prueba PISA que reunió El Comercio en una elocuente primera plana fue motivo de muchas ironías en las redes sociales. “En resumen, nos encanta el cebiche, pero no sabemos cómo se escribe” fue uno de los comentarios más suaves.
Lo cierto es que el último lugar en la prueba PISA no fue una sorpresa. Ya en el CADE, el 94% de los participantes había señalado que somos menos competitivos en educación que otros países de América Latina y el 71%, que el mejoramiento de la calidad de la educación debía ser la prioridad nacional. Según parece, la noticia tampoco agarró desprevenido al Gobierno, que pocos días antes había nombrado al prestigioso economista e investigador social Jaime Saavedra como ministro de Educación.
Los problemas de la educación nacional son conocidos: deficiente formación docente, directores sin capacidad de gestión, infraestructura precaria, metodologías obsoletas, corrupción extendida y resistencias ideológicas al cambio, entre otros. Algo se avanzó con la evaluación docente, pero sin duda falta mucho. Por eso, es tan positivo el creciente involucramiento del sector privado en el campo educativo, el cual se expresa en al menos cuatro diferentes modalidades:
La intervención más tradicional es la que desarrollan fundaciones como la Telefónica, BBVA y BCP a través de proyectos de intervención focalizados en tecnología, lectura o matemáticas. Este modelo ha tenido un crecimiento significativo gracias al desarrollo del concepto de responsabilidad social empresarial, especialmente en empresas mineras. Perú 2021 reseña en su portal decenas de proyectos educativos de este tipo.
Otra modalidad que ya tiene algún tiempo es la de organizaciones religiosas que brindan educación con apoyo de donaciones privadas. La más importante es Fe y Alegría, de los jesuitas, que se comporta como una suerte de asociación público-privada y que atiende ya a casi 80 escuelas dirigidas a los sectores populares con excelentes resultados.
La intervención que viene creciendo más rápidamente es la de redes de escuelas privadas a un precio accesible para la clase media emergente. La más innovadora y atractiva es Innova Schools, del grupo Intercorp, pero es también muy encomiable el trabajo de empresas como Trilce, Saco Oliveros, Pamer y Cruz Saco, que tienen ya más de 20 escuelas cada una –a veces mediante franquicias– y que en la mayoría de los casos presentan buenos resultados académicos.
La cuarta modalidad es la de las ONG educativas orientadas a la acción. Las más destacadas son Empresarios por la Educación de la Confiep, Enseña Perú, el Instituto Apoyo e IPAE Acción Empresarial. Las tres últimas anunciaron encomiables compromisos en el último CADE para capacitar a los maestros con los enfoques más avanzados de enseñanza, asesorar a los directores en gestión educativa y crear un observatorio educativo laboral. Pero el trabajo más valioso de estas ONG es lo que ya vienen haciendo en materia de innovaciones metodológicas.
He tenido oportunidad de conocer de cerca el estupendo trabajo que desarrollan dos de ellas –el Instituto Apoyo a través de su programa Matemáticas para Todos e IPAE con Construyendo Escuelas Exitosas– y es realmente impresionante la actitud positiva que se observa en maestros y alumnos ante los métodos de enseñanza aplicados, así como los excelentes resultados alcanzados en las pruebas comparativas con otras instituciones educativas. Confío en que el ministro Saavedra, que conoce estas experiencias, sabrá adaptarlas para beneficio de toda la educación pública.
Por último, sería muy beneficioso llevar otra experiencia exitosa de la empresa privada al sector público y esa no es una modalidad de intervención sino un concepto: la competencia. Podría, por ejemplo, publicarse anualmente ránkings provinciales o distritales con los resultados de las evaluaciones censales que aplica el Ministerio de Educación en segundo grado. Podría repetirse este ejercicio al final de la educación básica. Estoy seguro de que del mismo modo que el ránking PISA nos ha llevado a todos a una reflexión, la publicación de ránkings de escuelas en cada provincia llevaría a un esfuerzo conjunto de maestros, padres de familia y alumnos por mejorar sus resultados en la siguiente medición. La educación es tarea de todos y el momento es ahora.
Publicado en El Comercio, 11 de diciembre de 2013