La mejor palabra para entender lo que está ocurriendo en Lima es: reordenamiento. Y es lógico porque luego de 4 años en los que nuestra capital fue azotada por una administración edil absolutamente ineficiente lo que estamos viendo son los primeros esfuerzos por cambiar esa realidad.
Y por eso es bueno recordar lo que se pretendió “vender” como reforma del transporte, pero que no fue otra cosa que la última tabla de salvación de la campaña por la reelección de la administración Villarán de la Puente. Intento reeleccionista que los vecinos de nuestra capital sepultaron en un tercer lugar con un bien merecido aunque generosísimo 10%. Y es importante recordarlo porque esa improvisación -que no tuvo otra explicación que el calendario electoral- es la que tenemos que corregir.
Lo cierto es que no hubo ni plan, ni gestión y menos orden. De los siete corredores viales –en el papel- sólo se concesionaron 4 pero se cayeron 3, quedando sólo el Tacna-Garcilaso-Arequipa (TGA). Este corredor fue irresponsablemente puesto en funcionamiento sin estudios técnicos terminados, sin la supervisión adecuada y sin las garantías para su operación. Los buses no eran nuevos, los choferes tenías decenas de papeletas, no se previó patios de maniobras y los parques y veredas de los paraderos finales fueron usados como letrinas públicas ante la protesta de los vecinos. Nunca se hizo un estudio de origen y destino de ningún corredor.
Por si fuera poco la Caja Metropolitana, es decir la misma municipalidad, fue la que tuvo que garantizar la pre operación. El municipio se garantizó asi mismo frente a un incumplimiento; y hasta hoy los operadores no cuentan con el financiamiento bancario.
La puesta en marcha del corredor TGA supuso el retiro de cientos de combis que lejos de sacarse de circulación se desplazaron a las calles adyacentes multiplicando el caos. Esa fue la reforma que nos quisieron «vender» pero que no hizo nada por el transporte ni por los millones que se movilizan a diario. En cuatro años la administración Villarán de la Puente no pudo construir ni un solo kilómetro adicional del Metropolitano. La publicitada reforma del transporte fue un slogan de campaña pero jamás un plan responsable y serio.
Así las cosas el reordenamiento es imperativo. Las últimas disposiciones municipales van en esa dirección. Las 170 rutas autorizadas para combis se reducirán a sólo 38 que serán destinadas únicamente a distritos de la periferia y para brindar servicios de aproximación en urbanizaciones o asentamientos humanos. Se retirarán las combis de 16 distritos de la capital y solo podrán funcionar buses grandes cuyas rutas pasarán de las 71 actuales a más de 300. Este reordenamiento permitirá reducir al número de vehículos de 22 mil a un poco más de 13 mil.
En pocos meses Lima debe notar el cambio. Menos combis y más buses grandes son parte del clamor de millones que exigimos una ciudad más ordenada, más digna y más respetuosa con sus vecinos.