(Expreso, 02 de setiembre de 2015)
Varios frentes se abren sin una aparente solución y con una creciente frustración de la población. El gobierno no parece entender que tiene que actuar de otra manera si quiere conducir el proceso político y electoral correctamente. Los partidos políticos no ponen la cuota de madurez.
El caso del Lote 192 es un lamentable ejemplo de cómo algo que debería verse con calma y responsabilidad puede convertirse en el principio de un problema mayor no solo para los involucrados sino para todo el país. El gobierno muestra un doble discurso y mientras su Primer Ministro dice una cosa, su bancada hace lo contrario. La percepción generalizada es de poca transparencia y, por lo tanto, se justifica la protesta popular que no parece arredrar. Los partidos políticos no parecen dispuestos a tener un discurso responsable sino, más bien, electoral.
En segundo lugar esta el caso del Fenómeno del Niño. Donde no existe la velocidad en la toma de decisiones que corresponda a la gravedad del peligro que viene. En Diciembre de este año y los primeros meses del próximo vamos a estar en medio de lluvias y desbordes de ríos que afectarán industrias, tierras agrícolas, ganado, viviendas, escuelas, carreteras, etc. ¿Está el gobierno tomando el control para llevarnos a buen puerto en medio de esta próxima devastación?¿Los candidatos han dicho una palabra al respecto?
En tercer lugar ha aparecido en Facebook una iniciativa bajo el nombre de “chapatuchoro” que llama la atención de las autoridades para que, a falta de policías que atrapen a los ladrones y de fiscales y jueces que los metan presos, sea la población la que tome en sus manos la justicia y castigue a los facinerosos. Si el Estado no funciona, como en tantos otros casos y campos, la sociedad busca una solución. Esto es peligroso porque puede ser el principio de un mayor caos y violencia.
Los tres casos muestran vacíos en la acción ejecutiva y falta de liderazgo político. En el caso del petróleo hay un evidente doble discurso que alienta la protesta y la violencia que será muy difícil apaciguar. En el caso del Fenómeno del Niño existe una burocracia indolente que puede hacer naufragar al estado llevando al país a la desolación si además se suma cierto grado de corrupción que suele presentarse cuando se manejan fondos por emergencias. La iniciativa ciudadana para tomar la justicia en sus manos es, por su parte, una legítima expresión frente a la inoperancia y a la indiferencia de las autoridades.
El país comienza a convulsionar. La campaña aún no comienza pero el escenario no es alentador sino complicado. Urge sensatez y mayor responsabilidad del gobierno y de los actores políticos. Los candidatos deben actuar con mayor serenidad porque querer ganar votos a rio revuelto es, a estas alturas, de un enorme peligro para la transferencia democrática que todos deseamos. Ojalá los principales líderes tengan un discurso distinto que ayude a encontrar espacios de diálogo y consenso. Un país convulsionado a nada bueno puede conducir.