El gobierno de los líderes debería ser la aspiración de un país como el nuestro en momentos en que cerrar las brechas, aún existentes, es indispensable para consolidar el desarrollo y para incluir a la gran mayoría de peruanos. Precisamente, bajo el enigmático nombre de “LIDEROCRACIA” (Leadocracy.org), Geoff Smart, ha escrito una interesante obra sobre la que vale reflexionar y que viene a colación en nuestra coyuntura política.
Smart parte del razonamiento que el Estado y su burocracia difícilmente cambiarán desde dentro y que es necesario para ello atraer lo mejor de la sociedad, lo más preparado pero, sobre todo, a verdaderos líderes. Para ello es necesario entender que líder no es el que manda –o pretende hacerlo– sino el que inspira. Así, el autor define a un líder como la persona que impulsa a soñar, aprender, crecer y a hacer cosas cada vez mejores.
En lo que denomina «la ecuación del poder», Smart señala tres componentes esenciales: prioridades, personas y relaciones. Las prioridades, porque es necesario jerarquizar las acciones según una estrategia y un objetivo. Las personas, porque siempre hay que definir correctamente quién está a cargo de la toma de decisiones. Y, finalmente, las relaciones, porque estas deben soportarse en confianza, transparencia, y responsabilidad.
El Perú político de estos días, por momentos oscuro e incierto, debe enrumbarse hacia esa ecuación del poder a la que Smart se refiere. Necesitamos priorizar, encontrar a las personas adecuadas y construir relaciones basadas en ideas nobles y en principios rectores comunes. El corto y mediano plazo necesitan que la política experimente un nuevo impulso, un nuevo aire y un mejor horizonte. Hoy día está absolutamente devaluada.
James Keller dijo una frase que vale la pena repasar y convertirla casi en un credo: «Una vela no pierde nada de su luz al encender otra vela». Los próximos años, más allá inclusive de este gobierno, el éxito tendrá que ver con nuestra capacidad para atraer al gobierno esas luces y en encender con humildad otras. El Estado tiene que estar a la altura de las expectativas de la mayoría y si hoy no es así tenemos que aprender a votar con más seriedad y responsabilidad. Que nos gobiernen los líderes, y que tengamos más luces que sombras, debe ser nuestro objetivo más importante.
Publicado en Expreso, 11 de diciembre de 2013