UNASUR entró en vigencia en Brasilia, en Marzo del 2011, para quitarle poder al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) que impulsaba Estados Unidos. Hoy se ha convertido en una entelequia ideológica que sirve fundamentalmente a quienes tienen esa obsesión por el discurso demagógico que les rinde frutos en sus pequeñas comarcas electorales. UNASUR es sólo un medio de ideologización pero muy peligroso porque lleva dentro a los países del ALBA (Alianza Bolivariana de Países de Nuestra América), que se fundó en Cuba, donde se frotan las manos precisamente Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Venezuela pero donde están también, y por increíble que parezca, Siria e Irán en calidad de observadores.
Hace pocos días el representante personal del Presidente Ollanta Humala, ante UNASUR, el Ex Primer Ministro Salomón Lerner –Quien había ofrecido una segunda oportunidad a Sendero Luminoso y hasta una Amnistía Política- fue desairado por el Gobierno de Paraguay que se negó a recibirlo. La posición de este país resulta explicable y el desaire lógico luego que, de manera ilegal, UNASUR interviniera en sus asuntos internos al “rechazar” la legal y constitucional destitución, por mal desempeño, del Presidente Fernando Lugo (Pro Chavista) y planteara además la posibilidad de una ilegal “acción colectiva” es decir, el uso de la fuerza, para reponer al presidente destituido. De manera inexplicable el Perú apareció en el cargamontón contra el nuevo gobierno paraguayo secundando además su suspensión del MERCOSUR con el único objetivo que Chávez ingresara a este foro donde Paraguay se oponía. Al final los otros miembros del MERCOSUR: Brasil, Argentina y Uruguay le dieron la espalda a Paraguay que quedó fuera por presión de Venezuela. Chávez entró así a formar parte de este foro para seguir con su política de expansión ideológica usando el poder de su petróleo (Venezuela exporta 133.000 barriles diarios de crudo y derivados a Unasur) y donde Irán tiene una influencia creciente. El 17 de noviembre el MERCOSUR, que ahora funge de bloque político, giró contra Israel condenándole por el “uso desproporcionado de la fuerza” frente al bombardeo de misiles desde la Franja de Gaza pero no dijo nada sobre que esos misiles, su entrenamiento y mantenimiento son proporcionados por Irán a Hamas.
Irán pasó, en los últimos años, de 3 a 11 Embajadas en América Latina y ha iniciado una escalada que va desde inversiones hasta venta de armas. Es el principal exportador de terrorismo en el mundo; entrena y financia al grupo terrorista Hezbollah cuyos vínculos con las FARC y el narcotráfico son públicos; que en 1994 ejecutó en Buenos Aires el mayor atentado terrorista en Argentina haciendo volar un coche bomba que causó 85 muertos y 300 heridos contra la Asociación Mutual Israelita Argentina. ¿Quién nos lleva a estar cerca de Irán?¿Somos o nos hacemos?
El alentador crecimiento económico que nos ha puesto, para bien, en una posición casi única en América Latina, es producto de algunas cosas que el Gobierno de Ollanta Humala ha mantenido y en las que al parecer cree: prudencia en el gasto fiscal, promoción de la inversión privada, libre mercado, tratados de libre comercio y un Estado que busca ser más eficiente. Es decir el Perú es hoy todo lo opuesto a UNASUR y, por cierto, es la antípoda del ALBA. ¿Acaso vamos a poder establecer algún tipo de relación comercial o cadena productiva con países que más bien promueven expropiaciones, barreras e intervenciones irracionales de la economía por parte el Estado? ¿Nuestra agenda es similar a la de Venezuela, Argentina o Bolivia?
En un reciente artículo publicado por el Portal Lamapadia.com se señalaba: “La potencia de la apertura comercial del Perú se refleja en la siguiente comparación: En 1990, cuando los aranceles peruanos eran del orden del 66%, aparte de las prohibiciones de importación, nuestras exportaciones totales eran US$ 3,200 millones. Hoy que los aranceles están en un promedio efectivo de 1.5%, nuestras exportaciones superan los US$ 45 mil millones. Algo más: En 1990 el comercio exterior representaba el 20.8% del PBI; hoy representa el 47.1% del PBI”. La contundencia de nuestra realidad deja sin piso a los soñadores del opio.
El Perú no está para seguir, sino para que lo sigan. No estamos para acompañar proyectos marxistas sino para generar más trabajo para nuestros compatriotas. El camino que el Perú comenzó hace más de dos décadas debe continuar y todos debemos cuidar que así sea. Quienes, equivocadamente, van en otra dirección que vayan solos y que asuman sus propias consecuencias. Tengamos claro que cuanto más lejos estemos de UNASUR, MERCOSUR Y del ALBA más cerca estaremos de la prosperidad.