Alfonso Baella Herrera
Expreso, 19 de octubre de 2016
La gestión del ministro del Interior, Carlos Basombrío, sumó una estadística lamentable a su gestión en menos de 100 días al mando del Ministerio del Interior: su primer muerto. Y aunque quiera barajar, desviar e imputarle a policías de mandos medios la responsabilidad de la muerte del comunero Quintino Cereceda (42), la mirada de todos lleva a un solo responsable político: él.
Podrá decir y repetir que no hubo plan operativo aprobado o que los coroneles de la policía actuaron por la libre pero eso no quita que los ministros de Estado son quienes deben asumir las consecuencias de lo que ocurre en sus portafolios.
La actitud del ministro ha creado un problema gravísimo para el Gobierno. La razón es muy sencilla: Basombrío mira las cosas de un solo lado. Para él, como lo señaló en su dominical discurso televisado sobre el enfrentamiento de los comuneros en Qehuira, lo que importa es “encontrar la verdad”. Y si la verdad es lo supremo, aún la justicia puede esperar.
Llamó la atención que en su presentación no dijera casi nada sobre el ataque a la policía, sobre la gravedad de las heridas de uno de los efectivos, sobre los responsables de esos ataques, sobre el delito que cometen quienes bloquean vías públicas -sean nacionales o vecinales-, sobre el chantaje que pretende ejercer parte de la comunidad sobre la empresa y no dijo una palabra sobre las ONG y los delincuentes que exacerban el conflicto. El ministro no mencionó ni Estado de derecho ni imperio de la ley. ¿Por qué?
En los hechos Basombrío ha enviado un mensaje simple pero dantesco a todos los delincuentes violentistas: pueden cerrar vías, chantajear y pedir lo que quieran. A partir de ahora el ministro buscador de la verdad no se ocupará del tema y cuando el desborde llegue le echará la culpa a la policía y a quienes la ayuden.
En las últimas horas las comunidades exigen que para liberar las vías bloqueadas se acerque personalmente Zavala o PPK. ¿Qué hará el ministro Basombrío?¿Cómo encontrará la verdad?