Alfonso Baella Herrera
Expreso, 17 de febrero de 2016
El pronunciamiento del JNE sobre la candidatura de Julio Guzmán podría ser el fin de esa aventura política. Más allá de las sospechas sobre si esa candidatura era o no gobiernista, el hecho es que la tensión de los últimos días expuso la poca consistencia psicológica de su máximo líder.
El domingo último en “Panorama” el candidato “revelación” y sindicado como único que podía ganar al fujimorismo según la encuestadora Datum, cuando fue preguntado sobre que 54 de sus candidatos habían contratado con el Estado con este gobierno prefirió, en lugar de contestar, acusar el director del medio que hizo esa revelación –Altavoz- Mijail Garrido Lecca porque era hijo de su padre. “¿De quién es hijo?”, se preguntó y luego señaló: “Es hijo de Hernán Garrido Lecca, exministro de García. saque sus conclusiones”. Así de pequeño era el sustento del futuro presidente del Perú ante un cuestionamiento que nunca respondió.
Luego repitió hasta el cansancio y en tono amenazador, que iría hasta las “últimas consecuencias”. Finalmente dirigió un campamento frente al máximo poder electoral e intentó presionar al JNE para que le diera la razón.
Atacó a los otros candidatos y a los otros partidos que pronto lo pusieron en su lugar. Habló de manos negras, de millones de dólares del narcotráfico, pero nunca precisó quiénes los tenían ni cuál era su origen. En suma demostró poca madera de líder y a medida que la situación demandaba grandeza e hidalguía mostraba pequeñez. Queda en el Jurado Electoral Especial decidir si acepta la candidatura o no.
El hecho pone también sobre el tapete el derecho a la participación política de los ciudadanos. Hay un tema administrativo y un tema político. Nada fácil el debate abierto.
Ricardo Cuenca puso un tuit que expresa bien la crisis de los partidos políticos que se ve a partir del caso de Julio Guzmán. “Barnechéveres, Guzmanlovers, Ppkausas, Veroliebers… Cero partidos, cero instituciones”. En efecto parece que ganan las “personalidades” a las instituciones. Los jóvenes intentan participar sin las garantías que el máximo órgano electoral debería proveer.
Lo cierto es que es a menos de sesenta días es insólito que no tengamos claro quién estará finalmente en la cédula de votación el 10 de abril. Eso sólo le hace daño a la democracia que, se supone, una elección pretende consolidar. Algo no está funcionando bien hace rato y es muy peligroso esta incertidumbre a estas alturas de un proceso de tanta trascendencia para todos los peruanos. Lampadia