Aldo Mariátegui
Perú21, 8 de julio del 2024
“Me imagino que le debe haber horrorizado en estos últimos años ver a un fronterizo como Pedro Castillo en la presidencia o a indocumentados extremos en el Congreso”.
No puedo hoy dejarle de rendir un homenaje al recientemente fallecido Javier Valle-Riestra. Tuvimos discrepancias siderales en muchos temas: Javier era muy lego en economía y soltaba barbaridades cuando hablaba al respecto (como admitía risueño), era muy infantilmente jacobino (perteneció siempre al ala izquierda del APRA a pesar de su cuna pituca), su posición sobre los DD.HH. influyó lamentablemente mucho en nuestro marco legal presente (demasiado ingenuo y blando con la subversión.
Hasta intercedió por impresentables como Polay) y su visión del mundo no abarcaba lo anglo y era demasiado abogadil para mi gusto (los abogados complican siempre todo innecesariamente). Pero era muy señor, culto, honesto, simpático y tolerante en el trato corto. Tenía frases brillantes, una memoria extraordinaria, un sentido del humor muy fino (nada picón y se burlaba constantemente de sí mismo), una oratoria de tribuno romano y un conocimiento del Derecho espectacular. A los mayores les recordaba mucho a Porras Barrenechea por verbo y sapiencia (hasta se le pareció mucho físicamente al envejecer).
Era un parlamentario de lujo (los de los últimos años no son ni su uña). Javier nació definitivamente en el país equivocado, pues su verbo ilustrado, perfil político europeizado y amplio bagaje cultural eran más para Uruguay, España o Francia, no para este país tercermundista, repleto de ignorantes resentidos y tan “cheverenge” en sus formas. Me imagino que le debe haber horrorizado en estos últimos años ver a un fronterizo como Pedro Castillo en la Presidencia o a indocumentados extremos como Pasión Dávila, Chabelita Cortez, etc., en el Congreso.Genio y figura, vestía siempre formal e igual (saco azul marino, camisa celeste y corbata oscura), no tomaba alcohol, piropero muy fino con las damas, lector insaciable y hasta los 80 años bicicleteaba a diario hacia La Herradura, siempre a las 5 a.m. Una luz más se apagó en nuestro país y mucho me temo que ya nunca más se encenderán similares.