Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 26 de Mayo del 2023
“Ningún país que se precie debe tolerar que aparezcan banderas alternativas a su enseña nacional, en su propio territorio y con pretensiones separatistas”.
El Perú tiene UNA sola bandera y esa es la rojiblanca. Por eso todos los peruanos de bien —algunos habrá— tienen que rechazar esta absurda y reciente iniciativa de una comisión del Congreso de reconocer a la llamada “Wiphala” como un símbolo político étnico en nuestro país. El ignorante del congresista puneño Flores Ancachi (tenía que ser acciopopulista…) basó su iniciativa en una bandera que jamás ha existido y que fue inventada recién en 1979 por el boliviano Germán Choque Condori, un desequilibrado que llegó incluso a proclamarse como “Inca del Collasuyo”. Este ya finado personaje fue un charlatán indigenista y pseudohistoriador. Es que ningún país que se precie debe tolerar que aparezcan banderas alternativas a su enseña nacional, en su propio territorio y con pretensiones separatistas. Menos aún basadas en peligrosas teorías raciales que tan solo dividen y generan odios. Otros que andan por esa senda son los caviares de la ONG Instituto de Estudios Peruanos (IEP), que acaban de evacuar una supuesta encuesta, cuya finalidad clara es tratar de insertar en nuestra política el factor racial al estilo boliviano con la excusa de la “pluriculturalidad”. No creo nada en los sondeos del IEP, tanto por lo endeble de su metodología (entrevistas por celulares) como por su orientación política y la de los que le encargan estas consultas (el diario La República u ONG izquierdistas en este caso, como la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, AIDESEP, etcétera). Otros que hacen una demagogia peligrosa con temas raciales son los cada vez más zurdos de Amnistía Internacional, que tratan de atribuir las bajas ocurridas durante las revueltas en el sur a motivos raciales. Era lógico que la mayor parte de muertos fueran indígenas si las protestas se dieron en regiones (Puno, Ayacucho) donde ellos son la mayoría aplastante. Y los soldados y policías que dispararon no eran soldados arios de la SS, sino personas tan indígenas como ellos.