Por: Aldo Ferrini
Gestión, 20 de agosto de 2021
La experiencia y el éxito del Banco Central de Reserva deberían servir como ejemplo para fortalecer muchas otras instituciones del Estado.
Cuando Alan García fue elegido presidente de la República en el 2006, el Perú entero recordó con terror la hiperinflación que García genero a finales de los años 80. Era fundamental que el gobierno aprista inyectara confianza a economía, mercados, empresarios y ciudadanos. Una de sus medidas fue nombrar a Julio Velarde, reconocido economista por esos años, como presidente del Banco Central de Reserva (BCR).
Ollanta Humala, también necesitado de inyectar confianza, ratificó a Velarde en el puesto hasta el 2016. Finalmente, PPK, quien no precisaba generar confianza en ese rubro, coincidía con la visión del BCR de Velarde y lo volvió a nombrar hasta el 2021. Durante estos tres periodos tuvimos una de las inflaciones más bajas del mundo y las monedas más estables de la región. El BCR fue un bastión.
En el mundo corporativo es como que una empresa que cambie de accionistas tres veces mantenga al mismo gerente general independientemente de quién sea el dueño. La única razón por la que eso puede suceder es porque el gerente general y su equipo han logrado resultados extraordinarios. Justamente esto es lo que han conseguido el BCR y Julio Velarde estos últimos 15 años. Si el BCR fuese la selección de fútbol, habríamos jugado los últimos cuatro mundiales, llegado a alguna final y Julio Velarde probablemente habría estado en el equipo ideal en todos ellos.
Si bien es muy merecido que Velarde reciba el reconocimiento que se le da, creo que lo más meritorio es haber construido entre muchos una entidad sólida, disciplinada, respetable local e internacionalmente: una verdadera institución.
Una institución que todos los peruanos debemos defender y proteger, no por quien la lidera, sino por lo que representa y por el valor que esta genera. Defenderla porque toma muchos años y compromiso construir la institucionalidad, mientras que es muy fácil destruirla. Y con esto no pretendo decir que el BCR es infalible o que está exento de cometer errores.
Sin embargo, la independencia que tiene le ha ayudado a atraer y desarrollar mucho talento, definir procesos robustos, ofrecer línea de carrera y retener un equipo experimentado que no solo se ha especializado, sino que permite preservar y transmitir la historia de la institución, con sus aciertos y desaciertos.
La experiencia y el éxito del Banco Central de Reserva deberían servir como ejemplo para fortalecer muchas otras instituciones del Estado. Sin duda hay más de una siguiendo esta ruta, no tan lejos de lo que ha logrado el BCR, pero, lamentablemente, esto es la excepción en el fallido Estado que tenemos. Identificar aquellas que están avanzando en la dirección correcta y proveerlas de las herramientas y de candados adecuados contribuirá, sin duda, con el progreso que tanto buscamos.
Espero que cuando se publique esta columna el presidente Castillo y el ministro Francke hayan finalmente decidido ratificar a Julio Velarde en el cargo, que el Congreso haya iniciado un proceso transparente y técnico para nombrar los tres directores correspondientes, y que estos, finalmente, estén a la altura de lo que el BCR y los peruanos nos merecemos.