Por Alfredo Ghersi
Bachiller en Derecho
El Reporte, 29 de setiembre de 2022
Hace apenas un año, la posibilidad de que Antauro Humala pueda llegar a Palacio no era nada más que una pesadilla distante y poco probable.
Sin embargo, en el Perú de Pedro Castillo, esta pesadilla podría convertirse en una realidad. Salido de la cárcel, ahora podemos ver que Antauro se pasea por todo el país en sospechosamente multitudinarios mítines.
Es evidente que Antauro Humala es utilizado como una especie de cuco para asustar al establishment político y disuadirlos de impulsar la vacancia presidencial contra el escandaloso gobierno de Pedro Castillo.
El plan consiste en pintar a Pedro Castillo como un moderado inepto, al costado del carácter matonesco de Antauro y su discurso de fusilar a todos los corruptos, incluyendo a su propio hermano.
Hoy en día preocupa que se ha empezado a escuchar a algunas personas decir que es mejor no vacar al presidente porque podríamos acabar peor parados si se convoca elecciones presidenciales y Antauro sale victorioso.
Sin embargo, sería ridículo caer en este psicosocial del gobierno, mediante el cual se pretende usar el factor Antauro para asustar a la población y darle un espacio de respiración a este desastroso gobierno castillista, que se cae a pedazos por los crecientes casos de corrupción e incapacidad de poder llevar a cabo algún tipo de iniciativa pública.
Es perfectamente factible vacar a este presidente y en simultáneo luchar contra Antauro en el foro público. Sin embargo, recalcamos que es necesario abordar ambos frentes con urgencia, dado que, si es que nadie le hace frente de manera adecuada a Antauro, fácilmente podrá posicionarse como un candidato idóneo en el sur del Perú para las próximas elecciones y esparcir el peligroso etnocacerismo por gran parte del país.
Todo esto depende de que los defensores de la Libertad sigamos en la lucha en un frente unificado y no nos dejemos asustar por las estratagemas baratas de este gobierno, pero, a la vez, nos involucremos de manera continua con la ciudadanía en la calle, para evitar que estos puedan ser adoctrinados por falsos profesores y mercenarios de su propio fanatismo. Lampadia