Por: Adriana Tudela
El Comercio, 10 de junio del 2022
¿Es viable que el Congreso apruebe un adelanto de elecciones?
“Un adelanto de elecciones, sin hacer cambios importantes en nuestro sistema político, no nos asegura una salida real a este ciclo de crisis”.
Durante los últimos diez meses vivimos una profunda crisis social y política. Tenemos un presidente que todos los días nos da muestras de su incapacidad política y moral para gobernar, que no tiene intenciones de reactivar la economía, ni de generar empleo, ni de abordar la crisis alimentaria y ni el alza de combustible. Tenemos una izquierda para la que, salvo la asamblea constituyente, todo es ilusión, pues su verdadero objetivo es obtener poder ilimitado.
Tenemos un Gobierno que ve al Estado como un botín y que entiende el presupuesto público como una torta que debe ser repartida. No conciben que no hay tal cosa como dinero del Estado, pues este no genera riqueza, sino que este es producto del trabajo de millones de peruanos, que se han esforzado durante décadas para tener un mejor país.
Frente a esta situación, los peruanos reclaman una salida a la crisis. La salida lógica, constitucional y que mejor preserva las instituciones de nuestro país es la vacancia por incapacidad moral. Esta es una figura que está pensada precisamente para ser usada en situaciones como la que vivimos hoy.
En paralelo, la propuesta del adelanto de elecciones ha ido cobrando fuerza durante las últimas semanas debido –en parte– a que el Congreso le ha fallado a la ciudadanía, la que esperaba que este sea un verdadero contrapeso a este Gobierno. No lo ha sido y esa es una frustración que comparto.
Sin embargo, sorprende ver que esta propuesta sea promovida por congresistas que, mientras se rehúsan a cumplir con su responsabilidad constitucional y a ejercer control político frente a las barbaridades que vemos a diario, rechazan las mociones de vacancia presentadas y siguen dándole la confianza a los gabinetes, muy alegremente plantean una reforma constitucional con nombre propio como la solución a nuestros problemas. Parecería que más que salir de la crisis, el móvil fuera otro.
Si llegado cierto punto no hay otra salida posible, apoyaría un adelanto de elecciones generales. No obstante, considero que no debería ser promovida como primera vía de salida porque, primero, no es una medida inofensiva y, segundo, tener elecciones sin una reforma política previa no representa una solución real.
No es inofensiva porque implica aprobar una reforma constitucional con nombre propio que puede abrir una puerta peligrosa para la institucionalidad política del Perú. El daño institucional y la incertidumbre que genera el adelanto de elecciones es mucho mayor a aquel que generaría la vacancia.
Un adelanto de elecciones, sin hacer cambios importantes en nuestro sistema político, no nos asegura una salida real a este ciclo de crisis. Es necesaria una reforma política de verdad, que empodere a los ciudadanos y que le recuerde a la clase política que ellos están para servir a los peruanos y no al revés.