La salida de Gonzales Olaechea es una pérdida estratégica
Jaime de Althaus
Para Lampadia
El intento, felizmente abortado, de cambiar el directorio de Petroperú para reponer a funcionarios vinculados a esa empresa, y la salida del Canciller Javier Gonzales Olaechea, han dejado una sensación de pérdida de orientación política en el gobierno y de fragilidad en las convicciones fundamentales. O han puesto en evidencia los límites ideológicos del régimen.
En el caso de Petroperú no es solo que la suerte de ultimátum dado por el directorio al gobierno para que tome una decisión haya incomodado el ego presidencial, sino que hace buen tiempo que la presidente se resistía a cualquier salida que involucrara la venta de parte de las acciones a inversionistas privados.
Le asustaba la palabra “privatización”, un susto puramente ideológico porque, en realidad, introducir capital privado en la empresa estatal es la mejor manera de rescatarla y potenciarla, como ha ocurrido con Ecopetrol en Colombia y Petrobras en Brasil.
Sin embargo, ha sido una buena noticia que finalmente el gobierno entrara en razón y se mantuviera al directorio actual, integrado por profesionales de alto nivel. Esperemos, sin embargo, que el triunfo de la sensatez en este caso no haya sido pírrico, y que la presidente solo haya postergado la decisión ante la reacción de la sociedad civil, de los gremios empresariales y de los mercados. Recordemos que el ministro Mucho anunció que “por el momento” el directorio actual permanece.
Pero algo que parecería confirmar los temores es la salida de Javier Gonzales Olaechea de la Cancillería, en la medida en que él tuvo un papel muy firme contra Maduro y en defensa del resultado electoral en Venezuela, que llevó a que el Perú reconozca como presidente electo a Edmundo Gonzales Urrutia.
La explicación de su salida puede tener que ver, nuevamente, con alguna posible incomodidad presidencial generada por el protagonismo del Canciller en la OEA, por ejemplo, y con desavenencias con el Premier Gustavo Adrianzén, de las que se habla, pero también podría estar significando un desacuerdo con su posición tan firme frente a Maduro.
Esto último parece confirmarse claramente en las primeras declaraciones del nuevo canciller, embajador Gonzalo Shialer, quien, ante una pregunta de la reportera de Canal N sobre la posición del Perú ante los resultados electorales en Venezuela manifestó que ese “es un tema absolutamente delicado”, que la posición del Perú “es firme demócrata y a favor de que los problemas de Venezuela sean resueltos por los venezolanos”.
Esta última parte de la frase lo dice todo: no hay que meterse. Es la posición de Maduro. Una vergüenza. Ese Canciller, si tal piensa, no puede seguir en el cargo. Salvo, por supuesto, que sea la posición de Dina Boluarte.
Si esa es la posición de la presidente, solo caben dos posibilidades: o está expresando su verdadera orientación ideológica, la que la llevó a postular por Perú Libre, o lo que tenemos es la influencia, por algún medio, de Vladimir Cerrón quien, como quedaría demostrado si se comprueba el audio en el que se revela que fugó de Asia en el vehículo presidencial, goza de la protección y hasta de la ayuda logística de la presidencia de la república.
Como fuere, es una muy mala señal hacia afuera que sea expelido el Canciller que estaba dando la batalla por el respeto al veredicto electoral del pueblo venezolano y que estaba organizando el APEC, una reunión global de la máxima importancia. Lo más probable es que, luego de ello, el presidente Biden definitivamente no venga, por ejemplo.
Por lo demás, el excanciller Gonzales Olaechea tenía una visión muy clara de la inserción del Perú en la economía y geopolítica global. Había avanzado acuerdos marco con Estados Unidos y de hecho firmó la incorporación del Perú a la Asociación por los Minerales Críticos que no solo promoverá inversiones sino que ayuda a mantener un equilibrio geopolítico con la China. Su salida es una pérdida estratégica para el Perú.
Esperemos que las bancadas de centroderecha en el Congreso citen al nuevo Canciller a pedirle una explicación sobre sus declaraciones sobre Venezuela, y sea censurado si las mantiene. Este es el momento para que ese sector político pase a la oposición y exija decisiones coherentes en todos los frentes. Lampadia