Rafael Venegas
Director Independiente de Empresas
Para Lampadia
La pandemia ha revelado algunas de las debilidades que tiene el mundo en que vivimos. Ha quedado evidenciado que no estamos preparados para enfrentar eficaz y ordenadamente un evento global de esta naturaleza. La actuación de la OMS ha sido decepcionante y comprueba una vez mas la ineficacia de estos organismos internacionales.
Desde el punto de vista tecnológico, la pandemia ha develado dos cosas muy importantes.
- Una positiva: La rapidez de los científicos para desarrollar millones de vacunas, en menos de un año.
- Otra negativa: La sospecha que el virus pueda haber sido creado en un laboratorio con fines nada éticos. Sobre esto último hay muchas conjeturas, pero nada comprobado. Sin embargo, la posibilidad de que pueda haber ocurrido es científicamente factible.
Esta dicotomía no es novedad en el frente tecnológico, ya que siempre se ha sabido que los grandes desarrollos científicos, a pesar de conseguir logros extraordinarios para la humanidad, también la dejan muy expuesta a altos riesgos.
Un claro ejemplo de esto ha sido el desarrollo de la energía nuclear. Este emprendimiento científico se concibió con fines técnicos positivos, ya que su generación es muy limpia, constante, mas barata y casi inagotable.
Sin embargo, a mediados de los años 40 durante la 2da guerra mundial, se utilizó para crear el arma mas letal de la historia: La bomba atómica, que se uso con resultados atroces en Hiroshima y Nagasaki.
A partir de ese momento, la humanidad fue consciente del riesgo al que estaría sometida en adelante, debido a la existencia de esta nueva tecnología. Para mitigar estos riesgos existen convenios mundiales para su control, así como organizaciones internacionales que se supone deben velar por la seguridad del mundo, pero que como hemos visto, no son muy eficaces.
La Tercera Revolución Industrial se inició en 1969, el año en que el hombre piso la luna. Desde esa fecha hasta fines del siglo XX nos sumergimos en la tecnología y la automatización. También se cambió lo analógico por lo digital y se inició el uso del internet y la telefonía celular. Todo comenzó a cambiar para mejor y el mundo se comenzó a globalizar rápidamente.
Sin embargo, a comienzos del siglo XXI la tecnología se desbocó y comenzó a crecer a una velocidad exponencial envés de lineal. Todo se aceleró de una manera exagerada, lo cual no nos ha permitido ¨digerir¨ algunos de estos cambios disruptivos en los cuales ya estamos inmersos.
Este hecho ha marcado nuestro ingreso a la llamada Cuarta Revolución Industrial. La era de la virtualización e interconexión a grandes velocidades y entre dispositivos. La Inteligencia Artificial (AI), el Internet de las Cosas (IOT), la Robótica, la Nanotecnología, la Híper-conectividad, las comunicaciones 5G, la impresión 3D, la nube, la computación cuántica y el uso de Big Data, son algunos de estos avances verdaderamente disruptivos, que caracterizan a esta nueva etapa.
Estamos en el umbral de un periodo fascinante pero enigmático, donde la tecnología será el centro de todo, permitiendo un desarrollo veloz y potente en casi todos los frentes. Sin embargo, al igual que en el caso de la energía atómica, todas estas ventajas para la humanidad conllevan grandes riesgos si fueran manipuladas sin las debidas consideraciones éticas.
Veamos tres ejemplos actuales.
En salud, la genética molecular, la robótica, la Inteligencia artificial y la biotecnología están consiguiendo logros espectaculares en la medicina. La longevidad y la calidad de vida se han incrementado significativamente. Por otro lado, los procedimientos curativos son cada vez menos invasivos y mucho mas efectivos.
Ni que decir de los tremendos avances relacionados a la genética molecular, donde no solo se ha conseguido mapear el 100% del genoma humano, sino que ya se ha logrado hacerle ediciones utilizando el CRISPR CAS9 (Premio Nobel de Química 2020). ¡De película!
Todo esto es muy positivo, sin embargo, esta misma tecnología podría ser utilizada negativamente en contra de la humanidad, si cae en manos carentes de ética. El desarrollo in vitro de virus u otros organismos malignos con fines comerciales o destructivos, la modificación genética “a gusto del cliente” y las armas bacteriológicas son algunos ejemplos de esta posibilidad.
El segundo ejemplo son los avances tecnológicos en el frente industrial. La nanotecnología (miniaturización), el súper audio y video, la robotización de fábricas y almacenes, el transporte automatizado (drones y automóviles sin conductor), el reconocimiento facial, el internet de las cosas y las semillas transgénicas, son algunas de las nuevas tecnologías que son y serán sumamente ventajosas para las diferentes industrias.
Sin embargo, en malas manos se convierten en instrumentos muy poderosos para el espionaje político y militar, la intrusión a la privacidad personal, el fraude financiero, el robo de identidad y también para temas bélicos y terroristas. Además, obviamente serán generadoras de desempleo masivo.
El tercer ejemplo es uno mas cercano ya que lo vivimos a diario: las comunicaciones. Aquí el cambio ha sido verdaderamente disruptivo y veloz, a través del internet, la digitalización, la telefonía celular, los dispositivos inteligentes y las redes sociales.
El Internet ingreso a nuestras vidas a comienzos de la década de los 90, casi al mismo tiempo que la telefonía celular. Esta potente combinación fue lo que originó el gigantesco cambio de las comunicaciones. Hasta aquí todo era relativamente positivo hasta que aparecieron las redes sociales, los foros de internet y las mensajerías instantáneas y complicaron el tema.
Estas plataformas fueron complementadas y potenciadas con la aparición del Smartphone y la Tablet, así como por la transmisión inalámbrica a través del Wifi y 4G/5G. Con todas estas tecnologías las comunicaciones se han digitalizado y globalizado totalmente, a través de un pequeño dispositivo que se ha convertido en un apéndice de nuestros cuerpos.
Lo que se viene en este campo es también de película, ya que los dispositivos se miniaturizaran y se insertaran en el cuerpo subcutáneamente. ¿Se imaginan? No tendremos que cargar el celular, ni preocuparnos de que se pierda o nos lo roben. ¡Serán parte de nuestro cuerpo y las comunicaciones serán parte de nuestra memoria!
Como en los casos anteriores la transformación de las comunicaciones tiene muchas ventajas para la humanidad, pero también le genera muchos problemas debido a la falta de ética en su uso.
Algunos son inofensivos y se pueden manejar, como el tema diario de la ¨sobredosis de información¨, en su mayoría invasiva, inútil, inoportuna y repetitiva, que felizmente tiene un antídoto muy eficaz: ¨DELETE¨.
Sin embargo, lo que si es verdaderamente pernicioso son las tristemente célebres ¨Fake News¨. Esto si puede hacer mucho daño a la humanidad y de hecho ya lo viene haciendo. Mentir descaradamente o publicar medias verdades tendenciosamente es ahora muy común. Nadie se preocupa por verificar o indagar sobre las fuentes y lanzan los mensajes sin ningún remordimiento. Esto ha exacerbado varias de las taras humanas como la mentira compulsiva, la agresividad verbal, la intolerancia y la polarización, entre otras.
Desprestigiar personas, organizaciones y marcas comerciales; crear conflictos de todo tipo; manipular a personas y hasta influenciar elecciones, son algunas de las muchas cosas negativas a las que el mundo está expuesto con este nuevo formato de comunicaciones que ignora a la ética.
En resumen, los grandes avances tecnológicos que sin duda benefician significativamente a la humanidad, tienen un alto costo oculto que incluye entre otras cosas, un mayor riesgo de vida, pérdida de la privacidad, desempleo masivo, fraude electrónico y comunicaciones descontroladas.
Los organismos internacionales están analizando formas para intentar regular el tema de alguna manera. Sin embargo, las posibilidades de que esto tenga éxito son muy limitadas, dada su ineficacia demostrada en casos como el de la pandemia.
Felizmente también existen organismos privados de muy alto nivel, como el ¨Future of Humanity Institute¨ de la Universidad de Oxford y otros similares, que están dedicados a buscar soluciones para mitigar de alguna manera estos riesgos para la humanidad.
El tema es que si no se encuentran e implementan medidas éticas para contrarrestar estos riesgos y dado el avance exponencial de la tecnología, la humanidad podría encontrarse en un par de décadas ante la tremenda disyuntiva de un escenario tipo ¨Terminator¨ o de conseguir la inmortalidad. Lampadia