Sin que uno se dé cuenta, hay una buena probabilidad de que todos consumamos ‘organismos genéticamente modificados’ (OGMs o transgénicos) todos los días. La Asociación de Fabricantes de Comestibles de EEUU estima que alrededor de 70% al 80% de nuestra comida contiene ingredientes modificados genéticamente.
Pero estos alimentos también han sido protagonistas de muchos debates: Los organismos genéticamente modificados son uno de los últimos objetivos más impopulares en el mundo de la salud. Entonces, ¿qué son los transgénicos? y ¿son realmente tan malos como muchos creen?
Por ejemplo, uno de los más notorios adversarios de los OGMs, Mark Lynas, en enero del 2013, en la Universidad de Oxford, Inglaterra, hizo un Mea Culpa (ver en Lampadia) poco usual en el mundo científico, reconociendo que se había dejado llevar por prejuicios, pero que una vez que vió el tema (OGM) desde la perspectiva científica tuvo que cesar su antagonismo.
Los OGMs se crean utilizando un proceso de reproducción artificial en el que el ADN de un organismo se entreteje con el ADN de otro para crear uno nuevo con un rasgo determinado. La ingeniería genética también se puede utilizar para desactivar genes específicos en el ADN, una técnica conocida como silenciamiento genético. Este método se implementó recientemente por los científicos para diseñar una manzana que no se vuelve marrón al exponerse a la oxidación del aire. En febrero de 2015, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos aprobó este tipo de manzanas y se espera que salgan a la venta en pocos años.
Hoy en día, la mayoría de los cultivos son modificados genéticamente para que soporten el fuerte uso de pesticidas o, también, para poder prosperar a pesar del cambio climático. Sin embargo, los agricultores han estado alterando los cultivos durante miles de años. Por ejemplo, en los 1600s, la mayoría de las zanahorias solían ser de color púrpura hasta que los agricultores holandeses las mezclaron con otras variedades de zanahorias para producir el tono naranja que conocemos hoy. La diferencia es que este tipo de modificaciones se produjeron de forma gradual y en una escala mucho más simple. La modificación genética realizada actualmente es más sofisticada.
Los críticos de la ingeniería genética citan numerosos estudios en animales que enlazan problemas de salud, como el cáncer, la infertilidad y daños orgánicos, con el consumo de OGMs. También se dice que el reciente aumento en las alergias alimentarias está relacionado con los OGM. Además de los problemas de salud, los OMG tienen un importante impacto medioambiental. «Súper insectos» y «súper mala hierba» se vuelven resistentes a los pesticidas y requieren venenos extremadamente tóxicos para ser eliminados. Además, debido a la polinización cruzada, el material genético de los cultivos transgénicos podría transferirse a los cultivos no modificados genéticamente, como alegan sus opositores. Los OMG también podrían afectar la biodiversidad ya que, según se alega, serían tóxicos para las abejas, aves y mariposas.
Por otro lado, también hay muchos beneficios por la modificación genética. Los cultivos que han sido modificados genéticamente son generalmente capaces de desarrollarse consumiendo menos agua y menos pesticidas, lo que a su vez reduce los costos de producción. Uno de sus aportes más importantes es que produce mucho mayores rendimientos de los cultivos, lo que es crucial para los ingresos de los agricultores y la oferta de alimentos que redundaría en combatir las carencias y hambrunas. La modificación genética también se puede utilizar para prevenir que distintas especies de plantas se extingan. Los científicos han propuesto el uso de la ingeniería genética para salvar el cultivo del banano en Centroamérica de un hongo, el cual estaría destruyéndolo.
Teniendo en cuenta los dos lados del debate, ¿deberían los consumidores mantenerse alejados de los OMG? Desafortunadamente, todavía no se ha llegado a un consenso al respecto. Miles de estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud, la Administración de Alimentos y Medicamentos y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos han demostrado que los transgénicos son perfectamente seguros para el consumo humano. Sin embargo, muchos países han prohibido su utilización en la agricultura, entre ellos la Comunidad Europea y el Perú.
En el Perú, se ha promulgado la Ley Nº 29811 (en diciembre del año 2011) que establece la Moratoria al Ingreso y Producción de Organismos Vivos Modificados (OVM) al Territorio Nacional por un Periodo de 10 años. Según el MINAM, “Esta ley dispone una restricción temporal al ingreso y la producción de OVM, para cultivo o crianza, que tengan como finalidad ser liberados al ambiente. Con la reglamentación de esta ley, se han llegado a precisar los mecanismos a través de los cuales se harán efectivas las medidas de la moratoria.”
Por lo tanto, hemos prohibido la importación de granos y cereales modificados genéticamente, pero si permitimos el ingreso de bienes que se derivan de productos modificados genéticamente. Luego nos quejamos de que el agricultor local esté teniendo problemas para competir en el mercado. Las semillas genéticamente modificadas se utilizan para alimentar al ganado, del cual se produce la leche, la carne y productos derivados de la carne, yogures, quesos, huevos, helados y muchos otros productos importados que compiten en mejores condiciones con los productos locales.
Sin embargo, según el investigador de la Universidad Nacional Agraria La Molina, Marcel Gutiérrez-Correa, “No usar semillas transgénicas en la producción de maíz amarillo duro y algodón significa una pérdida económica de entre los S/. 3,600 millones y S/. 8,500 millones, para cada caso, durante los 10 años de la moratoria”.
Un ejemplo de los beneficios de los OGMs es Camboya. Gracias a la adopción de este tipo de biotecnología, el país ahora cuenta con una ventaja comparativa en la producción de arroz. Actualmente producen excedentes que se exportan a todo el mundo, incluida la Unión Europea. En los últimos 10 años, la producción agrícola ha crecido de manera constante en 5.4% anual. En 2014, cerca de 400,000 toneladas de arroz fueron exportadas. Se espera que aumente aún más en 2015.
Por lo tanto, si se plantean regulaciones estrictas para las OGM, se podría llegar a un buen balance de productos modificados y no modificados. La tecnología para aumentar la producción y bajar los precios de los alimentos ya existe. Con los debidos cuidados sería muy conveniente permitirle a los agricultores y consumidores aprovechar estos desarrollos tecnológicos. Lampadia