Jaime de Althaus
Para Lampadia
La discrepancia pública entre la ministra de salud y el ministro de Economía acerca de si lo que estamos viendo es una segunda ola o solo un rebrote, es en el fondo una buena señal porque es un indicador de que en esta ocasión el MEF va a tener una posición más firme frente a las pretensiones del MINSA de restringir severamente actividades económicas, como ocurrió fallidamente en la ocasión anterior.
Como sabemos, para afrontar la primera ola lo que tuvimos fue una suerte de dictadura sanitaria a la que la ministra de Economía de entonces tuvo que someterse. La mencionada dictadura cerró la mayor parte de las actividades económicas, incluyendo absurdamente la minería, la pesquería y las grandes obras públicas, lo que no solo no sirvió para nada sino que produjo los peores resultados sanitarios del mundo junto con la caída económica más profunda del orbe.
Con ese aprendizaje en la cabeza, ahora el ministro de Economía se defiende diciendo que esto es un rebrote y no una ola, y trata de preservar la actividad económica, que de todos modos ha sido restringida en alguna medida con la reducción de diversos aforos y del transporte aéreo de carga.
El MINSA tiende a optar por lo más fácil: restringir actividades y, eventualmente, tratar de incrementar las camas UCI disponibles. Son estrategias defensivas, cuando lo que debería hacer es pasar a la ofensiva: ir en busca del virus para aislarlo e impedir que se reproduzca, sobre todo considerando que el grueso de las vacunas va a llegar recién a partir de abril o mayo. Es decir, atacar masivamente con pruebas moleculares las zonas que registran rebrotes, aislar a los contagiados y llevarles alimentos durante 14 días para que no salgan de sus casas.
El ministerio de Defensa hace eso en alguna medida con la Operación Tayta, que interviene la población vulnerable de algunos barrios de 16 distritos por semana. Pero esa operación había logrado identificar y aislar a 96,000 contagiados y sus familias hasta el 9 de diciembre, lo que equivale solo al 12% de todos los contagiados desde el 1 de junio en que la operación comenzó.
Su impacto, entonces, es claramente insuficiente. Se requiere un esfuerzo mucho más masivo. Es un asunto de decisión política, determinación y organización, aceptando de una vez por todas la participación de la logística privada para la distribución de medicamentos y alimentos y movilizando la organización social de los barrios –juntas vecinales, comedores, jóvenes- para que ayude a controlar que los aislados no salgan de sus casas. Y en cuanto al personal encargado de tomar las pruebas, se puede convocar a estudiantes de medicina y enfermería de últimos años, incluso como voluntariado. Es una cruzada, una movilización general, un esfuerzo colectivo en el que todos los sectores se unen. Llevarla a cabo aglultinaría al país y mejoraría el nivel de autoconfianza nacional.
Habría ayudado mucho que las pruebas moleculares rápidas que está desarrollando el científico Edward Málaga Trillo en la Cayetano Heredia, estuvieran ya disponibles. Iban a estarlo a fines de diciembre, pero, como siempre, trabas burocráticas y normativas de diverso tipo demoraron el inicio de la validación de campo, que ya debe estar en curso. Esas pruebas pueden estar listas en las próximas dos o tres semanas y tienen la ventaja de que son más simples de aplicar porque no requieren hisopado.
Nada de esto fue siquiera mencionado de pasada en la conferencia de prensa presidencial de la semana pasada. El gobierno se concentra solo en medidas restrictivas y confía en que la vacuna resolverá todo. Pero la vacuna va a llegar en cantidades importantes solo recién a partir de abril o mayo. Carlos Neuhaus nos informa que de acá a marzo llegarán solo 1 millón de vacunas por mes y recién en abril llegarían 15.5 millones y en mayo17.5 millones, si es que se termina de cerrar el contrato a tiempo.
Entonces no queda sino pasar a la ofensiva con una estrategia masiva de testeo con moleculares-aislamiento-alimentación. Una gran movilización. Parece claro que para ello se requiere un recambio en la conducción de la estrategia sanitaria. Alguien que entre con nuevos bríos, con ideas claras. Ahora. No podemos esperar más. Lampadia