El INEI acaba de informar que el 2012 la pobreza se redujo en dos puntos: de 27.8% pasamos a 25.8. Es decir, medio millón de peruanos dejaron de ser pobres. Si bien estos datos nos indican que seguimos en la ruta correcta, sin embargo, debemos formulamos algunas preguntas porque, es evidente, que la velocidad con que se ha venido reduciendo la pobreza ha descendido significativamente. Por ejemplo, el 2006 la pobreza cayó en 6.5%, el 2007 en 6.7%, el 2008 en 5.1%, el 2009 en 3.8%, el 2010 en 2.7%, el 2011 en 3%, y ahora 2%.
El menor ritmo de reducción de la pobreza, se produce no obstante que durante los últimos años hemos incrementado sustancialmente el gasto social. Por ejemplo, solo el 2012 el incremento ha sido de 51%.
Lampadia conversó con dos economistas para establecer las correctas relaciones entre pobreza y crecimiento y absolver las preguntas que surgen con el informe del INEI. Miguel Palomino, director del IPE, confirma que estamos en el camino correcto porque seguimos reduciendo la pobreza, sin embargo sostiene que al desacelerarse en el crecimiento económico, se está desacelerando la reducción de la pobreza. Agrega que, en la medida “que hemos avanzado bastante en arrinconar a la pobreza, cada vez se hará más difícil reducirla, algo que solo puede superarse con más crecimiento”.
Por su lado, César Peñaranda, presidente Instituto de Estudios Económicos de la CCL, explica que el 80% del total de reducción de la pobreza se debe al crecimiento de la economía en tanto que solo el 20% a los programas sociales. “Si se desacelera la economía el ritmo de reducción de la pobreza también disminuirá”. Peñaranda agrega que para evitar desaceleraciones necesitamos crecer a un ritmo de 8% anual.
En síntesis, se puede afirmar que el Perú sigue enrumbado y reduciendo la pobreza. Pero la desaceleración del 2012 puede convertirse en una tendencia real si es que no impulsamos todos los instrumentos de que disponemos para seguir fortaleciendo nuestra economía. Ahora bien, es justo reconocer que hay un contexto internacional adverso con una economía desacelerada y con precios de commodities a la baja, pero nada justifica, por ejemplo, la paralización de más de 41 mil millones de dólares en proyectos mineros, de hidrocarburos, infraestructuras y otros, sin que el Estado muestre voluntad y decisión para resolver las trabas correspondientes.Tampoco es justificable la lentitud para promover las asociaciones público-privadas en el tema de las infraestructuras, y la falta de enfoque y acción para afrontar la Agenda Pendiente en Educación, Infraestructuras, Instituciones y Clima de Inversión, tal como hemos planteado en Lampadia (La Agenda Pendiente), el HSBC en su documento “The World in 2050” (“El mundo en el 2050”), y Tony Blair hace unos días en la UPC.
Esperemos que por falta de visión, liderazgo y decisión, no se esté configurando, una vez más, la trampa en la que hemos caído a lo largo de toda nuestra historia, “la de las oportunidades perdidas”. Esta vez tenemos una población muy atenta y demandante de progreso y bienestar, que ha renunciado a migrar del país, y que planea construir acá su futuro con el esfuerzo que se puede apreciar todos los días a lo largo y ancho de todo el Perú. Ahora no podemos fallar.