Jaime Spak
Para Lampadia
Todas las semanas, leemos de diferentes líderes de opinión, temas que no son nada agradables.
El conflicto interno en el ministerio público, el problema casi sin resolver de Petroperú, el innombrable congreso que a pesar de tener una aprobación de un digito sigue incrementando los ingresos a cada uno de sus integrantes, el bajo crecimiento económico del país, los proyectos mineros que siguen enterrados en el subsuelo y podría mencionar muchos más.
Creo que la mayoría de los peruanos no puede soslayar que el principal y más grave problema, es la inseguridad.
El Perú se ha vuelto un país inseguro.
¿Qué consecuencias trae esto?
- Menor turismo.
- Menores inversiones.
- Menor calificación de nuestra economía.
- Miedo generalizado.
- Que los jóvenes deseen emigrar.
Una persona no debe hablar por celular en la calle, pues la posibilidad de ser víctima de robo de su aparato es enorme.
Una mujer no puede salir en automóvil en la noche, pues puede ser víctima de los raqueteros.
Un humilde trabajador de una bodega en la zona periférica del país no puede trabajar tranquilo, pues inmediatamente empieza a ser extorsionado.
Un microbusero no puede cumplir la ruta asignada, pues si no paga la cuota a los extorsionadores, o le queman la unidad o pierde la vida.
En cualquier momento se suscita una balacera que generalmente acaba con la vida de inocentes.
¿Nos preguntamos, como hemos llegado a esta situación?
Obviamente el gran problema que tenemos es el ministerio del interior.
En los últimos años, las personas que manejan la seguridad en el país han sido lo peor que hemos podido tener.
El problema de la inseguridad es como una progresión geométrica, los problemas se incrementan de manera muy significativa y no hacemos nada.
Si las mafias de delincuentes tienen equipos más sofisticados que las fuerzas de seguridad, estamos mal.
Si los mineros informales tienen comprados a todos los que deben de dar seguridad, estamos mal.
Si los traficantes de droga manejan ingentes cantidades de dinero, y la policía no puede hacer nada, pues con un puñado de dólares los corrompen. No podemos hacer nada.
Si las mafias extranjeras manejan la prostitución y hacen lo que les da la gana. No hacemos nada.
El sicariato se ha convertido en un problema gravísimo. No hacemos nada.
Justamente quiero tocar este último problema, que probablemente es el más grave de lo que estamos padeciendo.
Hace unos años Venezuela era un país invivible.
La gente no podría salir no de noche ni de día, pues eran víctimas de los más avezados delincuentes.
Pues bien, hay que decirlo con todas las letras claras.
A raíz del chavismo, la industria petrolera que tenía Venezuela, y que les reportaba millones de dólares diarios, debido al pésimo manejo gubernamental ha sido reemplazada.
Ahora exportan maldad.
Venezuela exporta pandillas de delincuentes a diferentes países de Latino América y últimamente hasta a los Estados Unidos.
No es una casualidad que los crímenes se hayan incrementado en Colombia, Ecuador, Perú y Chile.
El lavado de dinero del régimen de Maduro es tan grande que debe de estar coludido hasta con el famoso “tren de Aragua”.
Cuanto más problema de seguridad hay en los países vecinos, menos nos preocuparemos de la posible reelección del dictador.
Hace muchos años durante incluso la época de Chávez, la influencia de Irán en este país es cada vez más grande.
Las mafias de delincuentes de ese país, coludidos con el gobierno y los terroristas de Irán, han hecho que el régimen venezolano, sea casi imposible de eliminar.
Irán en complicidad con Venezuela está invadiendo países de la región para colaborar con los remanentes del terrorismo internacional.
El periodista Braulio Jatar, un aclamado profesional venezolano, educador, escritor, defensor de las derechos humanos y editor de un blog que se llama “Reporte Confidencial”, y un reconocido “prisionero de conciencia” que ha estado preso por sus ideas en Venezuela del 2016 al 2021, y ahora vive en Chile, es una de esas voces que así lo proclama.
Ha sido objeto de la distinción de una medalla del senado chileno, y de numerosas distinciones por la lucha que ha emprendido en contra del régimen chavista.
Lo que nuestro país debe de preocuparse, es que el incremento de la delincuencia se debe a que somos importadores del lumpen venezolano.
Dentro de la gran migración de este hermano país, que debe de llegar al millón de personas, debe de haber un pequeño porcentaje, puede ser un 0.5%, es decir unos 5,000 malandrines que están tomando nuestro país como si fuera una fuerza de ocupación de terrorismo urbano.
Señores políticos, empezando por nuestra débil presidenta, nuestros ministros y nuestros impresentables congresistas.
Cambien esta gente incompetente, por exitosos policías que, aunque estén en retiro lograron vencer a los terroristas.
Es prioritario el regreso de la inteligencia en ese sector.
Luego no digan que no les advertimos. Lampadia