Fernando Ruiz Caro
Desde Cusco
Para Lampadia
En este punto de la campaña electoral, en el que desborda la emocionalidad y las posiciones fundamentalistas a ultranza, muchos ciudadanos de los sectores con menos ingresos del país, creen que realmente no tienen nada que perder; y por ello se ven atraídos por el discurso radical y de cambio destructivo que infunde el señor Castillo y su partido; ¿Si nada tenemos, que podríamos perder? …Sin embargo, aquí algunas reflexiones que nos muestran que si se puede perder y mucho.
No diré que perderemos la libertad (que para muchos de nosotros es sin duda el bien y valor más importante), porque puede sonar bastante subjetivo y daría lugar a que muchos digan que la libertad no se come, o que, con la libertad no se pagan las deudas, etc., etc. Por eso me referiré a la emigración de millones de venezolanos a todos sus países vecinos, la cual es (junto a la de Siria por causa de la guerra civil) la más dramática del planeta en el siglo XXI; y tiene como causa principal la devastadora pobreza que el régimen bolivariano viene produciendo en el país con mayores reservas petrolíferas del mundo.
Tan angustiante es ese nivel de pobreza, que empuja a millones de venezolanos a dejar sus hogares y buscar suerte en países como el nuestro, en los que ciertamente vienen a vivir también como pobres, pero en una pobreza infinitamente más humana, que les permite incluso enviar un poco del dinero que logran obtener a sus familiares que tuvieron que quedarse en Venezuela; quienes sin ese apoyo padecerían del hambre y miseria más humillante que uno pueda imaginar.
Desde otra mirada, en los últimos 30 años el Perú, tuvo un cambio fundamental, que se inició con el ordenamiento de la economía y la victoria frente al terrorismo genocida que asesinaba comunidades campesinas y a cualquiera que estuviera en contra de su ideología y sus métodos para capturar el poder, destrozando a su paso la infraestructura nacional. Este gran cambio que se inicia a partir de 1,990 sucedió cuando nos reconocimos como un país de emprendedores, quienes decidimos forjarnos un futuro diferente para nosotros y nuestras familias, sabiendo que podíamos esperar poco o nada de un estado que nunca estuvo a la altura de las necesidades de nuestro pueblo.
Mi experiencia en el sector micro financiero del Perú, específicamente en el de las Cajas Municipales (reconocido como el más exitoso del mundo), me permite dar testimonio en que, posiblemente un emprendedor que hace 10 años se prestó 300 o 500 soles, hoy posiblemente tenga una pequeña empresa, cuya línea de crédito sea varias veces mayor a la que tenía hace 10 años; y esté dando trabajo por lo menos a 5 personas. Y si ese crédito se dio hace 20 o 30 años, posiblemente algunos ya sean grandes empresarios y estén dando trabajo a miles de compatriotas e incluso hayan extendido sus empresas fuera de nuestras fronteras.
Ese fenómeno se llama “movilidad social”; el cual se halla ausente en muchas sociedades, las cuales intentan infundir ese espíritu emprendedor en sus ciudadanos a través de la educación. Desgraciadamente en el Perú eso dejó de suceder hace mucho tiempo y fue el emprendedurismo como práctica consuetudinaria el que generó esa movilidad social, que a su vez permitió que las nuevas generaciones de esos emprendedores puedan ascender en la escala social, accediendo a la educación a la que ellos no pudieron aspirar en su momento. Es tan virtuoso este modelo que, si consideramos la mora histórica de las cajas municipales, (+/- 7%) esta movilidad social la logran 9 de cada 10 emprendedores en mayor o menor medida, sin interesar la actividad a la que se dediquen.
Lo que nos plantea el partido del Sr. Castillo es ni más ni menos la destrucción de esta movilidad social, que es la que ha permitido generar riqueza descentralizada en todo el país; poniendo nuevamente como centro de toda iniciativa y actividad empresarial al estado, que ya demostró que no lo puede hacer; y peor aún, que demostró que los países que aplicaron esta receta estatista, solo generaron más pobreza y miseria incluso para los más pobres.
Si crees realmente que no tienes nada que perder, piénsalo bien; porque quizás hoy seas pobre, pero no creo que quieras que tus hijos y tus nietos también lo sean por siempre como sucede en Cuba y Venezuela (países que inspiran las ideas del Sr. Castillo). No pierdas la esperanza de que mientras exista un país con libertad y libre mercado, algún día y quizás muy pronto con esfuerzo y trabajo dejarás atrás esa pobreza…
…No condenes el futuro de tu familia, solo porque sientes que necesitamos un cambio, yo también quiero un cambio, pero no un cambio al vacío sino un cambio con esperanza. Lampadia